El motorman y la actitud apropiada

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No puedo negar mi simpatía por Danilo Astori a quien no voté.

Y no hablo de estima personal, que le tengo, hablo de sentimiento común con respecto a la República y de mi aprecio por su saber y entender.

Al presentar el libro de Miguel Angel Campodónico ("Vida y pensamiento de Danilo Astori") junto a Mauricio Rosencof y el propio Astori, afirmé:

—Este es un libro de un íntimo correligionario en lo que más me importa: la función civilizadora.

Los uruguayos tienen tendencia a olvidar la proximidad de la barbarie de la cual venimos; que tenemos muy cerca (demasiado cerca) y que superamos, ... por momentos.

No deja de ser un hecho significativo que nosotros tres estemos reunidos de nuevo, aquí, en un momento como éste, cuando se presenta un libro cuyo tema es la vida y el pensamiento de Astori.

Juntos estuvimos en una organización no gubernamental que en un año pudo distribuir entre los niños escolares un millón de almuerzos.

Inpan se llamó esa organización y la sigla quería decir: Infancia Patrimonio Nacional. Los tres pensábamos que el patrimonio nacional está muy por encima del interés partidario.

En Inpan, el Directorio estaba integrado por Mauricio, por mí y por el general Medina, que había sido el comandante en jefe del ejército, durante la lucha contra los tupamaros y fue después el jefe que hizo posible la transición a la democracia, cuando los militares entregaron el poder no por vencidos, sino por convencidos.

En esa empresa a favor de los niños, por encima de las diferencias abismales que nos separaban, Danilo Astori era uno de nuestros consultores y no faltó nunca, cuando su presencia y su inteligencia se necesitaron. Ayudó mucho y yo no me olvido.

Durante el año pasado, sin que ninguno de nosotros tres lo organizara, se formó un grupo de adversarios políticos a los cuales como en Inpan, le importaba más el país, que la disputa electoral. Y ahí trabajamos nosotros tres con Ignacio De Posadas, Gonzalo Aguirre y Enrique Baliño y en cinco actos públicos, trasmitidos por radio o por TV, demostramos que era posible coincidir en muchos puntos del mayor interés. Demostramos en los hechos que la unión de los contrarios siempre es posible y yo diría: que es inevitable, para reformar y abrir un país; para colocarlo en la fecha que vive y en el mundo global que está obligado a compartir.

Traigo a colación esos antecedentes para esclarecer una contradicción que no es tal: corresponde ayudar en cuanto sea necesario al nuevo gobierno y corresponde mantener la independencia de pensar y de hacer, en cada momento, lo que más le convenga al interés público. Nada de subirse al carro. Ostinato rigore y buena voluntad.

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