El PCU y el Frente Amplio

Días pasados el Plenario Departamental de Montevideo del Frente Amplio eligió la terna de candidatos para las próximas elecciones Departamentales. Como es sabido, Verónica Piñeiro, auspiciada por el Partido Comunista obtuvo 95 votos relegando a Mario Bergara, apoyado por el MPP, con 82 adhesiones, al último lugar. Este desenlace resulta inesperado, si consideramos que Bergara, un experimentado político (incluso presentó su candidatura a la Presidencia de la República), resultó postergado, pese a ser apoyado por el partido ampliamente mayoritario de la coalición frentista. Todo lo cual parece exhibir el poder del Partido Comunista dentro del Frente, logrando, contra todo pronóstico, imponer su elegida.

Puede conjeturarse que estos guarismos sea la consecuencia de que Bergara no concite, como figura política, demasiadas adhesiones fuera de su sector, por lo menos en lo que al espacio capitalino refiere. Aun cuando no parezca ser ésta, de nivel sicológico, la mejor hipótesis respecto a lo sucedido. Más bien cabe considerar que ello es consecuencia del poder que el Partido Comunista del Uruguay mantiene en el Frente. En las recientes elecciones parlamentarias consiguió 126.502 adhesiones lo que representa el 12,65% de los votos de la coalición y menos del 6% sobre el total de los sufragantes. Un porcentaje que en principio no debería otorgarle demasiada influencia. Más si atendemos al 43,4% del MPP. Sin embargo, no es eso precisamente lo que ocurre ni en el Frente Amplio, ni por consecuencia, en la política nacional.

Hacia adentro de la coalición, el hecho que en ella la representación de los ciudadanos que conforman los denominados “comités de base” sea igual a la de los partidos, reduce el poder institucional de estos últimos. Los órganos directivos de la coalición están conformados en un 50% por las agrupaciones políticas coalicionadas y en el restante 50% por los militantes barriales. Ello, como es obvio, permite que la militancia -sin importar a que partido pertenezca- resulte altamente relevante en las decisiones del Frente.

Como es sabido el P.C.U. se caracteriza por ser un partido de altísima internalización en sus adherentes al que dedican gran parte de su accionar. De allí su constante militancia. En los comités de base o donde sea. Raymond Aron comparó el comunismo con una religión, dada la fe en su mensaje, que asimila el socialismo con el paraíso, por más que se trate como bien ha destacado Adolfo Garcé, de uno avalado por el marxismo-leninismo. Según su dogmática, la verdadera ciencia de la modernidad. Este arraigo ideológico es el que le permitió superar en nuestro país el colapso de los noventa pese a la definitiva caída del Olimpo soviético.

Una característica, que sumada al éxito local del P.C.U en materia sindical y en su política de alianzas, más la habilidad de Arismendi para agregar a esta mística un componente nacional como fue Democracia Avanzada (por más que no difiera mucho de la política frentista de 1937 de la URSS), permitió al partido uruguayo en un exclusivo milagro superar su ocaso programático mundial. Si a ello agregamos la valorización de la militancia que los comunistas lograron imponer en el Frente nos acercaremos a explicar el éxito, único en el planeta, del comunismo oriental.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar