El regreso del sesentismo

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Según las últimas encuestas, el plebiscito sobre la reforma de la seguridad social parece perder apoyo entre la población. Aún así -y pese a su enorme ruido mediático- el porcentaje de desinformación sobre el tema supera el 20% de la población y el número de indecisos continúa manteniéndose elevado. Es sabido, que la totalidad de los principales partidos y sus candidatos no acompañan la reforma propuesta y no ensobrarán su boleta, por más que el FA como coalición se mantenga neutral, en tanto Carolina Cosse ha manifestado que su lista al Senado deja en libertad a sus electores. Una decisión innecesaria, dado que así lo había dispuesto su coalición, pero que revela la sostenida ambigüedad de la candidata a vice, que ni siquiera aconseja a sus votantes plegarse a su decisión. O malo para ella no alcanza a sus seguidores.

Los argumentos de uno y otro lado se han repetido hasta el cansancio. Para los promotores del No, la baja en la edad jubilatoria contradice el índice demográfico del país, que ha aumentado las esperanzas de vida, haciendo que la edad jubilatoria deba necesariamente aumentar para soportar el costo del sistema. Así ocurre en el mundo. Su equiparación con el salario mínimo, supone una erogación de 1.000 millones de dólares anuales adicionales. Imposible de soportar para el país, sin un enorme aumento tributario (se conjetura un IVA de alrededor del 30%), con la consiguiente baja de las prestaciones sociales. Otro de los efectos pronosticados es la disminución de las inversiones externas, en un país que perdería la confianza ganada por años de estabilidad. En síntesis una verdadera catástrofe, para una comunidad que necesita crecer. Por su lado los seguidores del “SÍ” arguyen que estas críticas son falsas.

Primero porque la equiparación con el salario mínimo no cuesta lo que señalan los detractores de la reforma sino menos de la mitad. Lo que se equipara es lo que se recibe individualmente y no indiscriminadamente todas las jubilaciones y pensiones. Segundo la confiscación de los fondos depositados en las AFAP no es tal, en tanto sus beneficiarios, presentes y futuros, seguirán recibiendo su actual jubilación (Tit. 6 boleta reforma). Tercero la rebaja de la edad -sostienen- se solventará con el futuro crecimiento económico del país. Tales respuestas no son de recibo.

La propuesta es muy clara en cuanto indica que se dirige a las jubilaciones y pensiones sin discriminar que aplica a los individuos personalmente considerados. Esto no se corresponde con una interpretación de lo propuesto sino con la claridad de su letra. La confiscación de los fondos mantenidos por las AFAP, (22.000 millones de dólares) es un hecho indubitable. Los fondos pasan a un fideicomiso propiedad del BPS. Con el mismo se piensa afrontar parte del costo de la reforma, en tanto el ahorro individual queda expresamente prohibido. Mantener las jubilaciones de sus actuales beneficiarios y afrontar los retiros futuros, mayoría absoluta de los mismos, significa un costo adicional cercano a un tercio de PBI nacional. Por último apostar al futuro robustecimiento de nuestra economía, es una predicción que demuestra la irresponsabilidad de los proponentes de la reforma. Los mismos que sueñan con el socialismo y el país feliz.

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