Casi cinco años después “El País” me abre la puerta de sus páginas para volver a escribir. Interrumpí mis columnas porque entendí que el desempeño de un ministerio me lo impedía con la dedicación y libertad necesaria. Retomo esta linda forma de encontrarnos. Gracias a sus directores por la invitación y gracias también a los lectores que pierdan un rato para leerlas.
La pregunta de muchos es cómo pudo la Coalición Republicana perder esta elección que parecía ganada. No hay duda de que razones hay en equivocaciones que cometimos. No falló la gente, fallamos nosotros. Pelearse con los uruguayos, adjudicarle al pueblo no elegir bien, ponerles adjetivos y decir que “se lo merecen” es tan malo como injusto. El pueblo no tiene el gobierno que se merece, sino el que elige y, si decidió para nosotros mal, busquemos en nosotros las responsabilidades.
Empezamos en estos días una gira para escuchar a los militantes. Autocriticarse por parte de los dirigentes casi siempre termina en responsabilidades ajenas. No se pude ser juez y parte y generalmente uno es indulgente con uno mismo. Por eso lo primero es escuchar. Termo y mate en mano, vamos a recorrer el país poniendo la oreja atenta. En unidad partidaria, porque tampoco es la hora de andar flagelándose y acusando para sacarse la mochila y además porque faltan las elecciones departamentales y municipales. La gente eligió gobierno y “eligió” oposición. Y si es importante la unidad en el gobierno porque da certezas, mucho más lo es en la oposición porque es garantía democrática.
Por eso lo primero es tener claro el rumbo de la oposición que vamos a ejercer. Recorrimos el país describiendo los dos modelos en pugna. Esos dos modelos son bien distintos y no desaparecieron con el resultado electoral. Están vigentes, uno sacó más votos. Las mayorías dan legitimidad democrática, no siempre la razón. Hay un modelo inspirado en el socialismo y otro en la libertad. No se debe tener pruritos en describir conceptos que son verdad. Achicarse por la eventual “cancelación” ante definiciones conceptuales es perder la batalla antes de darla. El que defiende el MPP, el P. Comunista, P. Socialista, el grupo de Sendic, el de Cosse y los demás del FA se inspiran en esa ideología. Puede actualizarse la forma, el discurso, pero las ideas no son veletas que se mueven alocadamente. Hay en ese modelo, y en el nuestro, anclas que inspiran y dirigen las decisiones. Nosotros nos aferramos a un conjunto de ideas que tiene la libertad como guía. De profundo humanismo, que cree en la innovación y en la capacidad creadora de la persona, que empuja pero no ahoga, que da oportunidades pero no obliga a seguirlas, que cree en los deberes del Estado con la sociedad y no en los derechos del Estado frente a la gente. Nos ganó el otro, pero nosotros vamos a defender este. Entre otras cosas, porque es el que triunfa en el mundo, y el único que garantiza el progreso de la humanidad. Y con todo eso ¿perdieron? Sí. No lo hicimos bien a pesar de un excelente gobierno que lideró Luis. La política no es solo tener la razón. Es, sobre todo, contagiar a los demás de nuestras razones. Enamorar de esperanza más que del pasado y sus logros.
Entonces esta claro el rumbo. Para los blancos, por ellos y por ser mi partido y al que abrazo, la posición no puede ser otra que la contracara del modelo socialista, más allá del edulcorante que le quieran poner. Una cosa es tender la mano y otra confundir los roles. Que se espere lo único que se puede aguardar de nosotros (y de toda la CR), que es ser una oposición democrática y leal. Seremos firmes opositores y los vamos a ayudar a que cumplan con sus promesas finales: 2000 policías antes de la ley de presupuesto y aumentar 50% las transferencias en tarjetas sociales del Mides (TUS). Fue larga la promesa. Esperemos que también su cumplimiento.
Las buenas democracias son las que tienen buenos gobiernos, y estos, buenas oposiciones que no se confunden ni dejan a quienes representan en “paños menores”. Diálogo no es revoltijo. Tenemos la responsabilidad de representar a más de un millón de uruguayos que nos votaron y a ellos nos debemos.
Un ejemplo. Durante mucho tiempo, la Fiscalía de Corte fue un centro de operaciones políticas y mediáticas que violaron garantías y se usaron para medrar públicamente. Allí operadores debidamente habilitados y dirigidos se encargaron de transformarla en una vitrina de operetas partidarias. Se terminó esto con la asunción interina de la actual fiscal. Su principal jerarquía durante años, el Dr. Díaz, tendrá cargos importantes con el partido que siempre defendió, ahora desde la Torre Ejecutiva. Estaremos atentos a que no se utilice más la Fiscalía con fines políticos y a que se repete la independencia del Poder Judicial. Y que no vuelva más lo “político por encima de lo jurídico”. Es solo un ejemplo de a lo que debemos estar atentos.
Por eso el rumbo claro. Sin confusiones. Siempre con el país, pero no necesariamente con el gobierno.