En la tapa del libro

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La semana pasada la directiva de Fenapes, sindicato de la enseñanza, anunció un paro de dos días y de entrada aclararon que era un paro político. Traducido al criollo quieren decir: un paro contra el gobierno y contra la Coalición Republicana. Después agregaron motivos concomitantes habituales: contra la reforma educativa, la mercantilización de la enseñanza, etc. etc., es decir, los contenidos típicos tal como aparecen en el “manual del activista perfecto” (Ed. Estrella Roja, Moscú 1945, La Habana 1960; no se conocen ediciones más modernas, por razones obvias).

Algunos dirigentes de la coalición de gobierno se han indignado por esta decisión de Fenapes planteada justo antes de las elecciones y con el declarado propósito de perjudicar al gobierno y sus socios en el terreno electoral. Fijarse bien: exceptuado el caso de los estudiantes, donde el perjuicio es neto y grave, el paro perjudica electoralmente solo al Frente Amplio. Lo hace desde dos ángulos.

La dirigencia frentista más advertida y atenta a la realidad uruguaya se ha dado cuenta que el discurso según el “manual”, el discurso para la hinchada, necesita compaginarse hoy con una imagen de razonabilidad y sensatez para llegar a aquel sector de votantes que no son cautivos, que son complementarios y necesarios para ganar (o para no perder otra vez). Esa dirigencia frentista es la que instruyó, coucheó como se dice ahora, a Orsi para su discurso de días pasados en Buenos Aires ante los empresarios argentinos. Recordemos. Después Orsi hizo lo que pudo, pero había allí un designio inteligente para los intereses electorales del Frente. El paro de Fenapes les escupió el asado, valga el dicho campero. Ese paro borronea la imagen de seriedad constructiva que el Frente y su candidato necesitan para no perder de nuevo. Aun conscientes de ese daño la dirigencia del Frente no va a decir ni mu sobre ese paro.

El segundo perjuicio que este paro de Fenapes le infiere al Frente Amplio es volver a poner de manifiesto la confusión autogenerada que existe en el partido político más numeroso del Uruguay respecto a quién manda allí. Nada de lo que contenga el programa del Frente Amplio sobre enseñanza tiene validez porque no será allí sino en Fenapes donde se decidirá realmente lo que se va a hacer con la enseñanza. Sucede lo mismo que con el plebiscito de la Seguridad Social que algunos sindicatos a través del Pit-Cnt le enjaretaron al Frente. La mayoría política ve que ese plebiscito es inconveniente, perdió cuando se discutió el asunto y tuvo que declarar la libertad de opción. Pero no pueden batallar según su convicción por miedo a perder votos (o por temor a perder el poco poder que les queda frente al Pit-Cnt).

El Frente Amplio se ha deslizado hacia una situación de no poder pronunciarse o, simplemente, de no poder. Desde un punto de vista estrictamente electoral, mostrar eso, mostrar lo que no puede, no poder ocultarlo, configura una situación que el paisano viejo caracterizaría como bastante jodida.

Los especialistas en encuestas de opinión se cuidan, hablan de una elección reñida, tiran algunas hipótesis pero no se animan a jugarse, no se atreven a decir quién va a ganar. Para mí la cosa es más fácil si nos preguntamos quién va a perder.

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