La guerra en Ucrania lleva ya tres años. El costo de la agresión rusa ha sido enorme en término de vidas, heridos, evacuados de las zonas de combate y desplazados. En febrero de 2024 el presidente Zelenski informó que hasta ese momento habían muertos unos 31.000 soldados ucranianos en el campo de batalla. Según los registros que lleva Naciones Unidas para fines de agosto del año pasado habían muerto en Ucrania por lo menos 11.743 civiles y habían sido heridos por lo menos 24.614. Según la misma fuente en febrero murieron 123 civiles y fueron heridos 567. Las perdidas rusas también son importantes. Se estima que desde el comienzo de la invasión han tenido en torno de 783.000 bajas, incluyendo 172.000 muertos. A medida que se vacían las cárceles rusas Putin ha importado mercenarios de Corea del Norte.

El presidente Trump ha hablado mucho del apoyo militar y económico que los Estados Unidos entregan a Ucrania. Es cierto. Pero, quienes ponen la voluntad, la fuerza, la sangre y la carne en el campo de batalla -en realidad todo el territorio ucraniano es un gran campo de batalla- son los ucranianos. Por algo será que resisten con tanta fuerza ante la invasión rusa.

Cuando la invasión, el Bundeskanzler alemán, Olav Scholz, describió el momento como una “Zeitenwende”, un cambio de época. Ahora vemos que nos encontramos ante varias olas de cambios.

La celada que le tendieron hace unos días, Trump y su vicepresidente, a Zelenski fue uno de esos episodios históricos lamentables que serán recordados por mucho tiempo.

Si Trump y Vance esperaron humillar al ucraniano y obligarlo a capitular se equivocaron. La primera consecuencia de las imágenes divulgadas en vivo y directo fue fortalecer a Zelenski en su país y el resto del mundo, la segunda fue impulsar a Europa a unirse y esforzarse para modificar esencialmente el equilibrio de contribuciones y fuerzas en su alianza militar con los Estados Unidos.

En la reunión celebrada la semana pasada en Yeda, Ucrania aceptó en forma incondicional, la propuesta de los Estados Unidos de aplicar inmediatamente un cese del fuego total provisorio por el plazo de treinta días, que se podría extender de común acuerdo por las partes. También se acordó que los Estados Unidos levantarán la pausa que había establecido en el intercambio de información con Ucrania y restablecerán su asistencia de seguridad. La tregua está “sujeta a la aceptación y concurrente implementación por la Federación Rusa”. El comunicado establece que los Estados Unidos comunicarán a Rusia que “la reciprocidad es la clave para alcanzar la paz”.

Como era de esperar de una nación de grandes maestros del ajedrez, el líder ruso respondió con habilidad: no dijo que no, pero tampoco ha aceptado la propuesta. Cuando escribimos esta nota, el delegado de los Estados Unidos viajó a Moscú para reunirse con Putin o funcionarios de su gobierno, para discutir la propuesta de tregua provisoria.

Al anunciarse el acuerdo entre los Estados Unidos y Ucrania se dijo que ahora la pelota estaba en la cancha de Putin. Puede ser. Pero también es cierto que, probablemente, en unos pocos días llegaremos al punto en que Trump finalmente deberá revelar cuáles son sus verdaderas intenciones en sus relaciones con la Federación Rusa.