Menos de dos meses faltan para las elecciones de medio término.
Hasta hace poco se vaticinaba una franca derrota del Partido Demócrata perdiendo el control de ambas cámaras en el Congreso, atribuida no solo a la tendencia general cuando el partido que gobierna pierde escaños a consecuencia del desgaste, expectativas no cumplidas y la ausencia del Presidente en la papeleta. En este caso, señalaría la caída de la actividad económica, de los índices bursátiles, la inflación, la suba de tasas de interés, el aumento en el costo de los combustibles, para nombrar los principales factores.
Algunas cosas han mejorado, otras no. Pero Biden ha conseguido, lo que Trump no pudo. La aprobación de una importantísima ley que contempla encarar un proyecto multibillonario -durará 10 años- para mejorar la infraestructura pública del país (puentes y carreteras). Además, se aprobaron otras iniciativas, para la investigación, promoción e instalación de energías renovables. El perdón de deudas contraídas para financiar estudios universitarios a personas que ganan menos de US$ 125.000 por año. Considerada por algunos injusta ya que muchos con gran esfuerzo pagaron y la ley beneficia a quienes no lo hicieron. Se están articulando medidas para bajar los costos de la educación terciaria.
Sus 30 años de experiencia en el Senado y luego los 8 como vicepresidente los ha sabido aprovechar para conocer los tejes y manejes de cómo se logra la aprobación de leyes, satisfaciendo exigencias y necesidades políticas de distintos legisladores. Obama utilizó a Biden con éxito, para navegar la complicada aprobación de su ambicioso programa legislativo; incluyendo un servicio médico universal al que se oponía el Partido Republicano.
Respecto de la invasión rusa que tanto ha desestabilizado al mundo, hasta ahora los combates se han mantenido dentro de las fronteras de Ucrania. Se les han suministrado armas a los agredidos y logrado mantener un frente más o menos unido entre los países que apoyan a los ucranianos, a pesar de las amenazas rusas. Se ha fortalecido la OTAN cuadruplicando las fuerzas de respuesta rápida a un posible ataque pero persiste el fantasma atómico. Los rusos se han apoderado de una planta nuclear ucraniana, la mayor de Europa y han sido acusados de lanzar desde allí bombardeos a los ucranianos impedidos de responder por el evidente peligro de un desastre ambiental.
El pico de la crisis de Taiwán ha pasado. China, afectada por la peor sequía en años, caída de la actividad económica y con el Covid todavía una seria amenaza, no ha querido profundizar el conflicto. Aparte del viaje de Nancy Pelosi -no sancionado por la Cancillería ni por Biden, que provocó un embrollo- los EE.UU. y Taiwán han evitado responder a las provocaciones militares chinas. La fuerza de tareas norteamericana que ronda los mares vecinos y que incluye al poderoso portaaviones Ronald Reagan no ha contribuido a elevar las tensiones durante la escalada, aunque terminado el lío, mandó dos fragatas a navegar por el estrecho de Taiwán reivindicando el derecho de hacerlo.
La redada de la mansión Ma-a-Lago de Trump en Florida, ha provocado un gran alboroto entre sus seguidores. Estos aducen que el expresidente está siendo perseguido por los demócratas, por la justicia y por el FBI. Soslayan el hecho que los agentes encontraran numerosas cajas llenas de documentos confidenciales, algunos marcados “SAP”, categoría ultrasecreta. Trump respondió que como presidente tenía la potestad de desclasificarlos. Según el Washington Post, algunos archivos contienen asuntos militares de defensa atómica sumamente sensibles. Otra fuente sugirió la existencia de un informe sobre Macron, presidente de Francia.
Al saber que esos documentos faltaban de la Casa Blanca, el Departamento de Justicia tenía dos caminos para tratar de recuperarlos, 1) a través de otra requisitoria, exigiendo su devolución; 2) pedir a un juez que extienda el allanamiento al presumir que no les serían entregados todos los documentos o que algunos podrían ser destruidos, escondidos o peor. Obviamente el juez antes de emitir tal orden debe haber sopesado sus méritos dado quien estaba involucrado, pero a pesar del tremendo escándalo que seguramente anticipó, la emitió igual.
Quedan pendientes muchas preguntas. Inclusive la de haber planeado el incidente y aparecer como víctima a los ojos de sus seguidores.
Se agudizó la embestida de los trumpistas contra el FBI, una de las instituciones más conservadoras y hasta ahora, prestigiosas del país (donde todos sus jerarcas han sido republicanos). El intento de demonizar la Agencia tiene como objetivo descentralizar (que no responda al gobierno federal) y subdividirla.
Finalmente, hay que registrar la derrota de Liz Cheney una congresista de fuste, hija de un vicepresidente. No logró repostularse para su banca como representante de Wyoming. La razón: Trump endosó a una candidata afín a él y con su apoyo ganó ampliamente la elección interna dentro del partido. La legisladora había criticado el comportamiento de Trump cuando trató de impedir que los resultados electorales fueran convalidados el 6 de enero mientras los revoltosos tomaban el capitolio. Tampoco se plegó al relato del fraude.
Conclusión: Trump tiene poder para vetar, financiar o influir en la selección de candidatos dentro del partido Republicano. La mayoría de los políticos del Partido temen su ira, deben plegarse a la fábula que ganó la elección y que se la quitaron con prácticas fraudulentas. Biden lo acusó de eso a Trump en un reciente discurso en Filadelfia.
Es probable que luego de las elecciones de medio término, Trump se postule como candidato del Grand Old Party ( GOP) para los comicios presidenciales de 2024. No es extraño que otros no se animen a entrar al ruedo. Quedaría cómo el abanderado republicano, sin competidores.
¿Será más fácil derrotar a un Trump desgastado que a un candidato como De Santis, o Mitt Romney? Trump tiene una gorda billetera y una base fiel y sólida de adeptos. Pero su comportamiento debe haber erosionado su imagen entre los republicanos más moderados y el electorado independiente.
En estas riesgosas circunstancias la mano en el timón de Biden tranquiliza. Y de acompañar la salud, podría prevalecer sobre Trump en el 2024, aunque aun falta mucho.