La forma en que trabajamos está cambiando a una velocidad sin precedente. La digitalización, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático están eliminando, por medio de la automatización, muchos trabajos que implican tareas rutinarias que requieren baja o mediana calificación.
Según nuevas investigaciones, la tendencia hacia una mayor automatización creará desafíos especialmente para las mujeres.
En promedio, las mujeres se enfrentan a un riesgo de 11% de perder su empleo debido a la automatización, comparado con el 9% para los hombres. Si bien muchos hombres están perdiendo su trabajo a causa de la automatización, estimamos que 26 millones de trabajos que hoy ocupan mujeres en 30 países enfrentan un alto riesgo de desaparecer en los próximos 20 años ante los avances de la tecnología. Nuestros resultados indican que los trabajos realizados por mujeres tienen una probabilidad de automatización de 70% o más. Esto se traduce a escala mundial en 180 millones de puestos de trabajo ocupados por mujeres.
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Debemos comprender el impacto de estas tendencias en la vida de las mujeres si pretendemos llegar a la equidad de género en el lugar de trabajo.
¿Qué políticas pueden aplicar los países ahora para asegurar que las mujeres contribuyan a la economía, sin dejar de avanzar hacia una mayor automatización?
Las mujeres corren más peligro.
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Los beneficios que tanto ha costado obtener mediante políticas para incrementar el número de mujeres en la fuerza de trabajo remunerada y para elevar la remuneración de las mujeres hasta igualarla a la de los hombres pueden verse erosionados rápidamente si las mujeres trabajan predominantemente en sectores y ocupaciones que corren un alto riesgo de ser automatizados.
- Las mujeres de 40 años o más y las que ocupan cargos administrativos, de servicios y de ventas corren un riesgo desproporcionadamente alto.
- Cerca del 50% de las mujeres con estudios secundarios o inferiores corren un alto riesgo de automatización de sus trabajos, en comparación con el 40% en el caso de los hombres. El riesgo para las mujeres con estudios universitarios de licenciatura o posgrado es del 1%.
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El gráfico que sigue muestra cómo afecta la automatización de los trabajos a la gente de diferentes países. En el Reino Unido y Estados Unidos, hombres y mujeres se enfrentan al mismo grado de riesgo de automatización de su trabajo. En Japón e Israel, el trabajo de las mujeres es más vulnerable a la automatización que el de los hombres. En Finlandia, el empleo de las mujeres es menos vulnerable a la automatización que el de los hombres.
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Oportunidades y desafíos.
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Las mujeres actualmente están subrepresentadas en campos donde el empleo está creciendo, como la ingeniería y la tecnología de la información y las comunicaciones. En el sector de tecnología, las mujeres tienen un 15% menos de probabilidades que los hombres de ser gerentes y profesionales, y un 19% más de ocupar funciones administrativas y de servicio más rutinarias, lo que deja a las mujeres ante un alto riesgo de ser desplazadas por la tecnología.
Más que nunca, las mujeres tendrán que romper el techo de cristal. Nuestro análisis muestra que las diferencias en cuanto al carácter rutinario de las tareas exacerban la desigualdad de género en lo que respecta a la remuneración del trabajo. Aun teniendo en cuenta factores como las diferencias de aptitud, experiencia y elección de la ocupación, casi 5% de la brecha salarial entre hombres y mujeres se debe a que las mujeres realizan trabajos que implican tareas más rutinarias. En Estados Unidos esto significa que las mujeres sacrifican ingresos por USD 26.000 a lo largo de su vida laboral.
Pero también hay algunos aspectos positivos. En las economías avanzadas y emergentes, que están experimentando un rápido envejecimiento, es probable que aumente el empleo en sectores tradicionalmente dominados por mujeres, como la salud y los servicios sociales, trabajos que requieren aptitudes cognitivas e interpersonales y que, por lo tanto, son menos propensos a la automatización. Para hacer frente al envejecimiento de la población se necesitarán más trabajadores de carne y hueso y un mayor uso de la inteligencia artificial, la robótica y otras tecnologías avanzadas para complementar e impulsar la productividad de los trabajadores de los servicios de salud.
Políticas que funcionan.
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Los gobiernos deben poner en práctica políticas que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento en la cambiante escena laboral:
Ofrecer a las mujeres la posibilidad de adquirir las aptitudes necesarias. Invertir cuanto antes en la participación de las mujeres en el campo de las ciencias, la tecnología y las matemáticas, como el programa Girls Who Code en Estados Unidos, junto con el mentoreo entre pares, puede ayudar a quebrar los estereotipos de género e incrementar el número de mujeres en campos científicos. Las deducciones de impuestos para la capacitación de personas que ya forman parte de la población activa, como en los Países Bajos, y las cuentas individuales transferibles para aprendizaje, como en Francia, podrían contribuir a eliminar los obstáculos al aprendizaje permanente a lo largo de la vida.
Cerrar la brecha de género en los puestos de liderazgo. Ofrecer servicio de guardería de costo asequible y reemplazar la tributación familiar por la tributación individual, como en Canadá e Italia, pueden ser importantes como forma de contribuir al avance profesional de las mujeres. Los países pueden establecer para las organizaciones objetivos pertinentes con respecto a la contratación y retención de empleados, así como cuotas con respecto al ascenso en la carrera, como en Noruega, y establecer programas de mentoreo y capacitación para promover el ascenso de las mujeres hacia puestos directivos.
Cerrar la brecha digital de género. Los gobiernos tienen un papel que desempeñar realizando inversiones públicas en infraestructura de capital y garantizando la igualdad de acceso al financiamiento y la conectividad, como en Finlandia.
Facilitar la transición para los trabajadores. Los países pueden apoyar a los trabajadores en el proceso de cambio de trabajo debido a la automatización, mediante capacitación y prestaciones que estén vinculadas a cada persona y no al puesto de trabajo, como las cuentas individuales de capacitación que existen en Francia y Singapur. Los sistemas de protección social deberán adaptarse a las nuevas formas de trabajo. Para hacer frente al deterioro de la seguridad de los ingresos asociado al rápido cambio tecnológico, algunos países podrían considerar la posibilidad de ampliar las pensiones no contributivas y podría justificarse la adopción de ingresos básicos garantizados.
La automatización ha hecho aún más urgente intensificar los esfuerzos para nivelar el campo de juego entre hombres y mujeres, de modo que todos tengan las mismas oportunidades de contribuir y beneficiarse de este nuevo mundo en que la tecnología abre nuevas posibilidades.
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