Frío, caliente… ¿sucio?

Compartir esta noticia

Ha sido un tópico que la campaña ha sido fría, que no se ha visto pasión, que han faltado grandes debates…

Todo indica que las largas y abrumadoras campañas históricas, con cientos de clubes abiertos y actos todos los días, son ya cosa del pasado. También a la política ha llegado el mundo digital.

Ante todo, digamos que hay una nostalgia de las grandes causas. Al término de la Segunda Guerra Mundial irrumpió la “Guerra Fría”, enfrentándonos a la opción existencial entre el socialismo real o la democracia liberal (despectivamente calificada de “burguesa” por la vasta legión marxista que se sentía intérprete auténtica de la historia). Cuando en 1959 triunfa la revolución cubana, ese enfrentamiento llega a su máxima tensión. Las guerrillas incendian el continente con su mensaje redentor y los ejércitos asumen una misión salvadora, al precio de los golpes de Estado. Serán años duros que recién alumbrarán otro horizonte al llegar Raúl Alfonsín al gobierno de Argentina, en 1983.

La democracia nos unirá, pero la economía nos enfrentará. “No pagar la deuda externa”, “romper con el Fondo Monetario”, “reforma agraria”, “nacionalización de la banca”, fueron los eslóganes de una izquierda desafiante. Todo esto se irá desvaneciendo hasta que en 1989 la estrepitosa caída del Muro de Berlín le pone su “epílogo wagneriano” al sueño marxista. El debate cambiará el eje: el liberalismo de Reagan y Thatcher vendrá con su polémica ola de privatizaciones. En nuestro país será un debate acalorado, resuelto por un plebiscito, que detuvo el proclamado desmantelamiento del Estado Batllista.

Cuando le tocó llegar al gobierno, el Frente Amplio, a regañadientes, enterró sus viejos eslóganes fundacionales. En la víspera de la elección, el Dr. Vázquez viaja a EE.UU. y visita el Fondo Monetario Internacional junto al Cr. Astori. Se fotografían en la puerta, con el logo de la ominosa institución a su espalda…

No hay otra alternativa que la democracia liberal, la economía de mercado, la propiedad privada, la libertad comercial, la acuciosa búsqueda internacional de mercados para la exportación.

Todo esto había ocurrido en medio de un cambio civilizatorio que nos había trasladado a la economía digital, a la riqueza inmaterial de las patentes o a los milagros logísticos de Mercado Libre o Zara, renovando su stock cada semana. Los ciudadanos, comunicados por redes, viviendo la ilusión de que los Facebook o los Twitter flotando en el vacío sustituyen la representación de los partidos políticos.

Aquí, pese a todos los pesares, la elección será el final de una campaña en que los partidos políticos eligieron sus candidatos en elecciones internas, con una participación estimable. Emergieron del voto y no de la imposición de élites. De un lado, la ya consolidada coalición frentista, reúne un conglomerado que incluye un partido comunista leninista, un socialismo marxista y un variopinto mosaico. Del otro, la republicana, congrega a los dos partidos tradicionales, más dos nuevas formaciones, una a la izquierda, el Partido Independiente, y otra más a la derecha, Cabildo Abierto.

No son lo mismo una cosa y otra. El Frente Amplio carece de un programa real y sobre todo de un liderazgo político definido, que tenga claro que Cuba es totalitaria, Venezuela dictadura y Hamás terrorista. Por eso, no estando de acuerdo su dirigencia con la malhadada propuesta constitucional sobre seguridad social, no se atreve a definirse formalmente por temor a la fuerza sindical. Vive en medio de la confusión ideológica y de un gremialismo arcaico que congela todo intento real de cambio. Cuando es unánime en el mundo la necesidad de una educación innovadora que forme ciudadanos para la nueva economía, la única propuesta es derogar la transformación en curso y retornar a lo viejo y alejarse lo más posible del mercado laboral “¡capitalista!”. Cuando hasta China aumenta las edades para la jubilación, nuestro Pit-Cnt propone rebajarlas y además confiscar el fondo de ahorro de los jubilados, enterrando para siempre el Uruguay previsible, “de las reglas claras”, que hemos estado preconizando.

Nuestra coalición puede mostrar la solvencia de estos cinco años de gobierno. El enfoque de los grandes temas: educación, seguridad social, asentamientos, infraestructuras. La superación de la pandemia y las crisis internacionales. La recuperación del empleo y el salario. Como colorado y batllista nos hemos sentido muy cómodos en ella. Nuestras instituciones sociales, desde la asignación familiar hasta los Centros CAIF, han funcionado a pleno. En la educación iniciamos una profunda transformación. Las empresas del Estado salieron de sus distorsiones para brindar servicio y apoyar las finanzas del Estado. En lo político, se ha superado la acefalía de liderazgo, con una fórmula joven y renovadora. Ojeda ha sido la gran novedad de esta elección y, más allá de dificultades, tiene por delante todas sus chances intactas.

Cuando terminábamos estas líneas, aparece la denuncia de nuestro candidato de una campaña de difamación, montada por un asesor de imagen del Frente Amplio, notoriamente vinculado a la cuenta de la que salen esos ataques. Es una lamentable novedad. Discutíamos si la campaña era fría o caliente. Ahora pasa a ser sucia. Nuestro Partido la enfrentará, no solo en defensa del Dr. Andrés Ojeda sino porque hay que cortar de raíz ese camino de degradación democrática. No dudamos que todo el espectro democrático nacional estará en ello. La primera reacción del Frente es el rechazo destemplado a la acusación, pero no es con insultos, sino con hechos, que se resuelve esta cuestión. ¿O no van a aclarar nada?

Cuando irrumpe este deplorable ataque, el Partido Colorado ya no estaba frío sino encendido por la oportunidad abierta. Ahora, además de encendido, indignado. Convencido de que si llega al final no lo para nadie…

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar