Frutos visibles e invisibles

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Una verdad incómoda para los políticos es que mucho de lo que sucede durante el período de gobierno depende poco de ellos. Esto no implica que da igual cuál sea el gobierno, por el contrario las políticas que se aplican son determinantes, pero las más importantes lo son en el mediano y largo plazo, mucho más que en el corto. Dicho de otra forma, los gobiernos importan mucho, pero de las cosas importantes (buenas o malas) que hace muy pocas tienen el grueso de sus consecuencias durante el propio mandato.

Los ocho años de gobierno de Cristina Kirchner son un caso de manual de este tipo de situaciones. Recibió de su marido superávit fiscal, reservas históricas y un crecimiento económico extraordinario y esto le permitió brindar mejoras de bienestar material muy tangibles a la sociedad argentina. Ocho años después había aprovechado todo ese capital económico, pero también había sentado las bases de la debacle económica que protagonizaron Macri y Alberto Fernández. Entregó una economía estancada, la inflación en 40%, las reservas bajísimas y distorsiones económicas por doquier. Por el contrario, los gobierno de Macri y Alberto, que nadie duda fueron malos, simplemente fueron incapaces de revertir la situación pero el pecado original estuvo en la dilapidación de la bonanza “cristinista”. Hay que ser muy fanático o muy simplista para no darse cuenta que un gobierno puede hacer cosas muy malas y no sufrirlas, o muy buenas y no disfrutarlas.

La noticia conocida el miércoles de tarde creo que es otro buen ejemplo de que o siempre los frutos se recogen durante el gobierno. Standard & Poor’s mejoró la calificación crediticia del estado uruguayo y quedó en el nivel más alto de nuestra historia. Se trata de una de las agencias líderes dedicadas a este tema. Es difícil de explicar y prácticamente imposible que tenga una valoración relevante de la opinión pública, pero sin dudas este logro si es un medio relevante para poder lograr otras cosas que sí son valoradas y exigidas por la ciudadanía.

Como bien explicaba el economista Ignacio Umpierrez en twitter, una mejor calificación de la deuda pública uruguaya implica que nuestro país se financiará más barato. Gastar menos en intereses permite liberar recursos para la inversión y el gasto social. Incluso las empresas que operan en nuestra economía lograran financiamiento a menores tasas. Una mejor calificación también implica una revalorización de los títulos de deuda del estado uruguayo, lo cuál eleva el valor de los fondos previsionales de los uruguayos invertidos a través de las AFAPS. Umpierrez también nos recuerda lo obvio, ser un país visualizado como menos riesgoso lo hace más atractivo para la inversión en el marco de una región convulsionada.

El miércoles S&P otorgó a Uruguay la mejor calificación crediticia de su historia. Resta ver qué hacen las otras dos grandes calificadoras Fitch y Moody´s. Pero en cualquier caso se trata del reconocimiento de algo que el mercado ya había dado a Uruguay y el riesgo país lo reflejaba hace muchos meses. Aunque son difíciles de comunicar, son sin duda logros muy valiosos para el Uruguay, una condición totalmente necesaria para mejoras tangibles en el bienestar que la sociedad reclamará en los próximos años.

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Agustín Iturralde

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