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Gambeta de Milei para eludir a Lula

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En un mundo repleto de “comunistas”, “viejos meados”, “imbéciles”, “fracasados”, “dinosaurios” y “coimeros”, ¿cómo no va a estallar la ira divina de un genio que está iluminado por “las fuerzas del cielo”?

Eso parece creer el presidente argentino. Está convencido de que lo asiste una verdad revelada a través de la Escuela Austríaca y apóstoles como Murray Rothbard. Actúa como un mesías irascible, en eterna cruzada contra “el comunismo” y con la sagrada misión de esparcir en el mundo “las ideas de la libertad”.

En rigor, cada vez son más los que lo ven como un ególatra con delirios mesiánicos, que viaja recogiendo distinciones extrañas, como la que lo designa “embajador de la luz”, predicando a rebaños ultraderechistas y juntando lobbies que le consigan un Nobel de Economía.

Un récord de viajes al exterior acompañado de un contra-récord: casi ninguno de esos viajes ha tenido carácter oficial. Al viaje oficial que debería llevarlo a Asunción del Paraguay para la cumbre del Mercosur, lo cambió por un tour ideológico en Camboriú, que incluye encuentro con Jair Bolsonaro y discurso en un evento ultraconservador. En rigor, una gambeta para eludir a Lula aprovechando un centro que le tiró Bolsonaro.

Javier Milei hace de la política exterior argentina una extensión de sus filias y fobias. Empujado por una ansiedad incontenible de atacar a presidentes “comunistas”, a pocos días de ocurrir en Bolivia una asonada militar cuyas causas no están claras y hay al menos dos hipótesis opuestas, la Oficina de la Presidencia sacó un comunicado tomando partido por una de esas interpretaciones de lo ocurrido.

Posiblemente acierte al apostar, paradójicamente igual que Evo Morales, a que el suceso no fue un verdadero intento de golpe de Estado sino una escenificación lucubrada por el presidente Luis Arce y acordada con el militar golpista. O sea una patraña para engañar a los bolivianos haciéndoles creer que Arce encaró heroicamente a los sublevados y los derrotó.

Quizá sea esa la verdad de lo ocurrido, o esté más próxima a la verdad que la versión oficial, según la cual Luis Arce salió de su despacho y se encaminó hacia el foco de la asonada, enfrentando personalmente a los golpistas. Pero por ahora, lo único seguro es que ninguna de las versiones del suceso puede darse por verdadera ni rechazarse. Y está fuera de duda que pronunciarse como lo hizo Milei implica injerencia en los asuntos internos de Bolivia.

A renglón seguido, tras insultar al presidente de Brasil como en varias ocasiones anteriores, Milei decidió no asistir a la cumbre del Mercosur.

No podrá alegar que la agenda local le impide alejarse del país ese día, porque hasta el día anterior estará en Camboriú, junto al ex presidente ultraderechista Bolsonaro, en un evento ultraconservador.

De guiarse por su responsabilidad como presidente, Milei entendería que su trabajo tiene que ver con la cumbre del Mercosur y no con un encuentro ideológico. Si priorizara su responsabilidad como jefe de Estado, acudiría a la capital paraguaya; pero prioriza su filiación ideológica y el vedetismo internacional que viene realizando con actuaciones en escenarios extremistas.

Qué el presidente esté en contra del Mercosur y pretenda a sacar a la Argentina de ese instrumento de integración regional, no lo releva de su responsabilidad presidencial de asistir a la cumbre en Asunción. Hoy el Mercosur existe y Argentina es uno de sus miembros.

Pero Milei decide actuar como si el Mercosur no existiera, sólo porque a él no le gusta ese espacio de integración comercial.

Es precisamente en esa mesa donde el mandatario argentino debe sentarse a discutir.

Quizá la gambeta que lo lleva hasta Camboriú eludiendo al Mercosur, evidencie temor a encontrarse cara a cara con Lula. Milei ataca de lejos al mandatario brasileño, pero si se da una circunstancia que los reuniría en una misma sala, busca la forma de evitarla.

Adicto a atacar “zurdos” desde la distancia, el presidente argentino se sentirá más cómodo en el encuentro de ultraconservadores donde será adulado y encontrará voluntarios que ofrecerán sumarse a las voces que lo ayudan a pedir el Nobel de Economía.

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