La directora para las Américas de Amnistía Internacional lo ha expresado muy claramente: es urgente que el opositor cubano Luis Manuel Otero Alcántara reciba atención médica y sea liberado cuanto antes de la cárcel de máxima seguridad donde permanece desde hace casi un año.
Erika Guevara Rosas defiende los derechos humanos en el hemisferio americano y ninguna violación por parte de gobiernos autoritarios le es ajena. En lo referente a Cuba, la abogada y activista mexicana es un azote constante contra los atropellos que comete la dictadura.
Una vez más, el régimen de Miguel Díaz-Canel recurre a manidas acusaciones contra Washington para justificar el estrepitoso fracaso de su modelo político. Entretanto, los cubanos continúan escapando de la isla como sea, en muchas ocasiones arriesgando sus vidas en el mar o atravesando fronteras para llegar a Estados Unidos, pero también hay un puñado de opositores que no renuncia a la posibilidad del cambio por muy remoto que parezca.
Luis Manuel Otero Alcántara, al frente del Movimiento San Isidro y uno de los principales impulsores de la histórica jornada del pasado 11-J, es el vivo ejemplo de esa juventud cubana que está dispuesta a arriesgarse con tal de no sentirse muerta en vida en esa cárcel que es la isla entera. En los tiempos en los que aún recibía a seguidores en su modesta viviernda, el artista plástico y activista ya era víctima de actos de repudio y el acoso constante de la Seguridad del Estado. A pesar del miedo lógico que podía sentir, no perdía ocasión para dar por acabada la vetusta dictadura y pedir que le abran paso a una generación que clama por que al fin se produzca una apertura.
Tal ha sido su arrojo, que por momentos su espontaneidad en un país amordazado ha cobrado tintes de idealismo suicida. Aquella mañana del 11-J se disponía a sumarse a las manifestaciones pacíficas, pero nunca pudo pisar las calles pues lo llevaron hasta una celda de aislamiento lejos de La Habana. Si de algo fue consciente desde el principio el régimen castrista es que a la disidencia hay que aniquilarla, desde su propio espíritu hasta en lo físico. Si hace unos años la policía política se encargó de matar a Oswaldo Payá y a Harold Cepero en un accidente vehicular que provocaron para eliminar a dos opositores prominentes que burlaban las cortapisas oficiales, a nadie debe sorprenderle el acelerado deterioro del líder del Movimiento San Isidro.
Erika Guevara Rosas denuncia que Otero Alcántara, quien ha protagonizado una serie de huelgas de hambre en cautiverio, ha perdido la visión de un ojo debido a la falta de atención médica. Sin duda, este preso de conciencia por el que abogan AI, la administración Biden, la Unión Europea y otras entidades internacionales, en estos momentos es víctima de maltratos físicos y psicológicos. Su vida está en manos de una tiranía que a lo largo más de seis décadas ha perseguido con saña a la oposición democrática.
Ojalá que Otero Alcántara, el encarcelado rapero Maykel Osorbo (cuya salud también es precaria) y otros jóvenes encarcelados por exigir una transición puedan contar un día la hazaña de darlo todo en nombre de la libertad. Hoy pasan sus días en oscuras mazmorras. Urge salvarlos de tanta maldad gratuita.