La trinchera de Occidente”, libro publicado por el expresidente Julio Sanguinetti en 2018, analiza la circunstancia de Israel en Medio Oriente. Con su particular inteligencia y larga experiencia, Sanguinetti dijo algo tan sustancial como sintético: Israel es la trinchera de Occidente más expuesta; si es vencida, muchas ciudades del mundo occidental, cuyos suburbios están llenos de extremistas musulmanes, quedarán inmediatamente a merced de sufrir un acecho feroz que pondrá en juego la supervivencia de nuestra civilización occidental.
Samuel Huntington fue muy criticado por su artículo de 1993 que se convirtió en el libro exitosísimo de análisis de la posguerra fría: “El choque de civilizaciones”. Sin embargo, con el paso de los lustros y más allá de algunos naturales ajustes argumentativos, su tesis central sigue siendo muy pertinente: los enfrentamientos del nuevo tiempo tienen dimensiones civilizatorias que en el mundo realista del siglo XX no eran tan protagonistas. Francis Fukuyama, otro gran analista estadounidense, sugirió en 1992 que el fin de la Historia iba a estar puesto en tela de juicio por sentimientos extremistas identitarios de los que los musulmanes fanatizados habrían de ser una de sus más graves expresiones.
Con ritmo de vértigo vimos en esta semana cómo salieron a luz apoyos convencidos o justificaciones sutiles de los actos terroristas de Hamás en Israel: desde manifestaciones populares en Londres, París o Barcelona, llenas de resentidos inmigrantes musulmanes que detestan a Occidente (pero deciden igualmente residir en sus ciudades); hasta la genuflexión izquierdista internacional, incapaz de rechazar los atentados contra judíos por ser tales sin distorsionar a la vez los hechos y la Historia de manera de equiparar la política exterior de Israel -una democracia hecha y derecha- con la acción de bárbaros fanatizados y salvajes. En Uruguay la vergüenza comunista y frenteamplista de estos días cruciales deberá así ser recordada por nuestra Historia política para siempre.
Se abre un tiempo internacional doloroso para Occidente: será nuestro deber apoyar a Israel.
Entre quienes quieren hacer caer la primera trinchera de Occidente ya nadie se esconde ni disimula. El odio a Occidente empieza dirigiéndose contra Israel, pero está llamado a extenderse en todas partes del mundo. Su objetivo es someter judíos y cristianos, infieles al Corán. Con su laicidad, su igualdad de sexos, su libertad de opinión y su institucionalidad democrática que parece debilitada por sus limitaciones y contrapesos de poderes, lo que estos musulmanes atacan en realidad es una moderna e individualista manera de vivir, que disfruta de una libertad personal sustantiva y característica del mejor Occidente desde hace dos siglos.
El expresidente Lacalle Herrera publicó en 1998 “El guardián de mi hermano”. Allí recuerda que en la Biblia, luego de haber asesinado a Abel por envidia y al ser inquirido acerca de su responsabilidad, Caín respondió desafiante a Dios: “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?”. Se abre un tiempo internacional doloroso para Occidente: será nuestro deber apoyar a Israel, la primera trinchera, para ser también el guardián de nuestro hermano. Infelizmente, sabemos que el enemigo cuenta ya con aliados quintacolumnistas que son siniestros en un doble sentido: izquierdistas y aciagos.