Como sabemos, hay cuatro tipos de votantes. Los que miran encuestas para no seguir las campañas. Los que repiten titulares para presumir que están informados. Los que creen que todas las opiniones que no coinciden con la suya están erradas. Y mis favoritos: los que no siguen las noticias, saben que no saben y se jactan de ello. Dado que los indecisos están más desinformados que la media, va este breve manual.
¿En qué pensás cuando dicen “fin del mundo”?
a-En la sonrisa de Lacalle. b-Pienso en mí, siempre en mí. c-LGBTI+. d-En tener menos votos que Salle. e-En el plebiscito de la seguridad social.
2. ¿Qué característica preferís en un líder?
a-La duda. b-Los músculos. c-La rigidez. d-La perseverancia. e-La insipidez.
3. ¿Qué CV preferís que tenga un presidente?
a-Profesor, intendente. b-Abogado, edil. c-Militar, senador. d-Abogado, diputado, senador, ministro. Veterinario, secretario de la Presidencia.
4. ¿Qué te genera más pavor? a-Decidir. Hablar. b-Pocos likes. Que no hablen de mí. c-Un gay. Que me hable un gay. d-Hablar fuerte. Que me hablen fuerte. e-Fernando Pereira. Escuchar a F. Pereira.
5. ¿En qué tipo de país querés vivir?
a-Canelones. b-En el metaverso. c-En un cuartel. d-Suecia. e-Donde diga Luis, ahí estaré.
Con una mayoría de respuestas A, tu candidato es Yamandú Orsi; B, Andrés Ojeda; C, Guido Manini Ríos; D, Pablo Mieres; E, Álvaro Delgado.
A menos de un mes de una elección reñida, deben concentrarse en los indecisos: 350.000 personas, el equivalente a que ninguno de los habilitados para votar en Artigas, Paysandú, Salto y Rivera hubiera definido su voto. Asumiendo que el cuestionario haya sido una estupidez, ¿qué podría decir cada uno para atraer a los indecisos? Orsi apelaría a lo siguiente: “Entiendo que los desespere. A mí también me pasa, pero creo no equivocarme cuando les digo que me parece que soy la mejor opción para que este país sin rumbo no siga a la deriva. ¿Quién no me quiere de capitán?”. Ojeda afirmaría: “Soy el hijo político no reconocido del presidente, pero con camisas más apretadas y mejor jopo. Soy el candidato de la salud mental, del bienestar animal, de Instagram. Soy Andrés, el que posteo cada dos por tres”.
El lema de Manini sería: “Sin valores tradicionales no hay familia, sin familia no hay orden, sin orden no hay seguridad, sin seguridad no hay país. Sin mí no hay nada”. Mieres optaría por: “Sé que muchos prefieren bajar el volumen cuando hablo. Sé que muchos piensan que la mesura y el consenso pasaron de moda. Sé que soy aburrido, pero nadie nunca murió de aburrimiento”. Delgado tendría que decir: “Seamos sinceros. Si hubiera reelección, no estaría acá, pero no tengo la culpa y hoy soy tu única opción. ¿Me acompañás?”.
Hablando algo más serio, quiebro media lanza por los candidatos, porque el votante es cada vez más inconformista. Los políticos están destinados a gustar menos porque son la cara visible, antipática y avejentada de un sistema tensionado.
Son también los responsables de liderar los cambios, de ayudarnos a recobrar la confianza en las instituciones, y de gestionar expectativas, muchas veces desmesuradas, porque la paradoja del bienestar es que siempre queremos un poco más.
El rol del Estado no es funcionar como agencia de redistribución, pero cuando una porción de la población siente que ese Estado les falla en lo esencial, es factible que esto socave la legitimidad de la democracia. No es alarmista pensar que existe un riesgo para Uruguay. Somos más de tres millones y que tengamos alrededor de 300.000 pobres es una señal de fracaso. Argentina tiene 53%, Estados Unidos, 11%, y el 21% de la población de la Unión Europea está en riesgo de pobreza. No es un consuelo, es contexto. Contexto es que la pobreza infantil es diez veces mayor que la de los mayores de 65, pero discutimos si les ofrecemos mejores jubilaciones.
La irracionalidad del votante no es un mito. Elegir bajo la influencia de convicciones erróneas, azuzadas por la irresponsabilidad de algunos, resulta en una política perniciosa para todos. Contexto también es que tengamos el gasto militar por persona más alto de América Latina. Contexto es que sucumbamos al poder de los lobbies y que nos cueste tanto desatar vacas que solo mugen para defender sus privilegios. Crecer no es suficiente para sacar a la gente de la pobreza, pero no hacerlo vuelve la tarea una quimera. Crecer sin una apertura real al mundo es utópico y hacerlo sin atraer grandes inversiones nos asegura el estancamiento.
Sin estos cambios, es posible que en 20 años sigamos discutiendo lo mismo (qué desperdicio de país), porque las transferencias directas tienen un alcance limitado, el Estado aunque debe ser fuerte no puede ser voraz ni puede ser eficaz solo en tocarle el bolsillo al contribuyente. La burocracia, al abusar de su ineficiencia, nos toma el pelo a todos.
Más que candidatos, elegimos un tipo de sociedad y un modelo de convivencia. Para la mayoría la decisión es clara, para una minoría no tanto.