El fin de semana pasado, en La Paloma, celebramos una nueva instancia de encuentro con los herreristas de todo el país.

La tradicional reunión del mes de enero siempre marca el inicio del año político, pero en esta oportunidad de uno muy importante.

El 2024 es año electoral, y por tanto, en el mismo se definirán las reglas de juego a las que nos tendremos que atener, en el sector, en el partido, y en el país.

El Herrerismo trabajará para crecer y fortalecerse como fuerza política centenaria -pero cada vez más joven- y llevar la bandera de la victoria -como siempre- en el próximo triunfo electoral del Partido Nacional.

Como marca la historia, será el sector de vanguardia, promotor de ideas, verbo encarnado en la acción, pero también retaguardia en la defensa de las cuestiones fundamentales.

El ideario herrerista trasciende las fronteras sectoriales y partidarias -como más de una vez lo he dicho- y esto nos obliga a hacer un esfuerzo más grande en nuestro trabajo de difundir nuestras ideas, las de la libertad, la dignidad del hombre, y la institucionalidad, y defender lo logrado en la estupenda gestión de este gobierno de coalición.

Por esto es importante no distraerse una vez que comience el fragor electoral, y si bien el objeto único de la política es conseguir o mantener el poder, no podemos perder de vista que para nosotros esto solo tiene sentido, si lo hacemos en defensa de aquellos valores inmutables, contenidos en nuestros ideales fundacionales.

Sin vida, sin libertad, sin dignidad, sin propiedad, sin solidaridad por el más débil, sin sensibilidad por lo trascendente, sin pragmatismo, sin sentido de la realidad, sin patria, sin economía sana, sin Estado de Derecho, sin fuerte institucionalidad, nuestro trabajo no tendría objeto, sería estéril.

Esa es nuestra marca de origen. Es lo que nos diferencia de los demás.

Estamos atentos a lo que la sociedad demanda, pero ofrecemos lo que necesita.

No somos vendedores de ilusiones. No nos subimos al carro woke para estar en onda.

Mantenemos el rumbo fijo, damos certeza, tranquilidad.

Allí donde otros talentean, el Herrerismo ofrece la seguridad del conocimiento, la práctica y el sentido común.

El Herrerismo es garantía de lo posible.

No será una campaña fácil.

Contamos con la ventaja de un partido unido, que junto a unos estupendos socios ha gobernado en las más feas con excelentes resultados, y que goza del reconocimiento dentro y fuera de fronteras.

Pero eso no alcanza.

Nuestro adversario es respetable, es duro y tiene ganas.

El futuro del país depende de nuestro éxito.

La carga es grande. No se puede volver atrás.

No estaría bien perder libertades y que el Uruguay sea gobernado por la soberbia ideologizada de aquellos que se creen iluminados, con derecho a decirnos cómo vivir nuestras vidas.

No queremos que el Estado vuelva a ser el centro de la política, preferimos que el objeto de esta sigan siendo las personas.

El individuo por sobre todas las cosas, y siempre, siempre, la libertad.

Por esto tenemos que ser conscientes de lo que está en juego.

La próxima no es una elección más.

Porque, en definitiva, las opciones serán libertad o socialismo.

¡Que prevalezca la libertad!