Algunas manifestaciones del Santo Padre y, sobretodo, las transcripciones que de ellas hacen algunos medios, han llamado a cierto grado de confusión acerca de cuál es la posición de la Iglesia en relación al mecanismo del mercado.
Siempre existió una corriente de opinión que cree ver cierto antagonismo de la Iglesia a ese fenómeno.
Despejemos la cancha diciendo que las críticas del Papa, (que, ciertamente, no se anda con chiquitas) son a los desequilibrios y excesos que suelen aparecer en el funcionamiento de ciertos mercados y no al sistema en sí.
Vale también recordar que, contra la creencia generalizada, los primeros comentarios en materia económica -y de tono netamente liberal- no nacieron en la Escocia del Siglo XVIII, sino en la Península Ibérica, más de un siglo antes y de la pluma de pensadores religiosos. Los llamados escolásticos tardíos.
Juan de Mariana (1555): “la principal preocupación de los gobernantes ha de ser que los gastos públicos no sean mayores que las rentas”. “El gasto público excesivo, deteriora la moneda” y “Es la naturaleza de los hombres y de las cosas la que ha hecho necesario el comercio”.
Martín de Azpilcueta, (1492): “Para analizar el valor de un bien, es necesario aludir a la cantidad de ese bien”.
Fray Tomás Mercado (1500): “en el intercambio...lo que importa no es el valor intrínseco, sino el extrínseco, que es el accidental y depende de la estima y de la utilidad.”
Domingo de Soto (1495): “La moneda es igual que las leyes: debe permanecer lo más fija posible”.
San Bernardino (1380): “El precio justo es aquel determinado en el mercado”. Y, “Es imposible establecer legalmente un nivel de ganancia justa. Si es legal perder, debe ser legal ganar”.
Luis Saravia de la Calle, (1544): “No es función del gobierno determinar salarios, ganancias e intereses. Estos deben establecerse siguiendo la estimación común que se realiza en el mercado”.
Juan de Medina (1490): “Aquellos que quieren dedicarse a los negocios, deben comprender que pueden llegar a perder dinero.”
Y hay mucho más, para demostrar que la Iglesia no vive de espaldas a la realidad. El punto está en que ve esa realidad, la misma que vemos todos, pero con los ojos de Cristo y siguiendo su mandato de amor preferencial por los pobres.
Pero volvamos al tema del mercado y veamos qué dice hoy la Iglesia sobre ese asunto.
Lo que sigue son pasajes del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado en el 2020 por el Pontificio Consejo Justicia y Paz:
“El libre mercado es una institución socialmente importante por su capacidad de garantizar resultados eficientes en la producción de bienes y servicios” (pag. 172). “Históricamente el mercado ha dado prueba de saber iniciar y sostener a largo plazo, el desarrollo económico. En muchas circunstancias el libre mercado (es) el instrumento más eficiente para alocar los recursos y responder efectivamente a las necesidades”.
Como puede verse, hasta aquí, poco separa la visión de la Doctrina Social de la Iglesia, (DSI) del pensamiento liberal clásico. Sin embargo, aquélla va a añadir ciertos caveats que no están, y por obvios motivos, de forma tan expresa, en los autores liberales.
La D S I, “aun reconociendo al mercado la función de instrumento insustituible de regulación dentro del sistema económico, pone en evidencia la necesidad de sujetarlo a finalidades morales que aseguren, y al mismo tiempo circunscriban adecuadamente, el espacio de su autonomía” (pag 173).
Esta visión acerca del mercado, encaja con la que la Iglesia tiene sobre el gobierno y el Estado.
La D S I proclama el principio de subsidiaridad. Dice el Compendio que su negación o limitación en nombre de una pretendida democratización o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces también, anula el espíritu de liberta y de iniciativa.
Aterrizado, eso significa el respeto y la promoción del primado de la persona y de la familia, la valorización de las asociaciones intermedias y el impuso a la iniciativa privada (pag 97).
“La acción del estado...(sigue diciendo el Compendio), debe conformarse al principio de subsidiaridad y crear situaciones favorables al libre ejercicio de la actividad económica” (pag 174)
“La tarea fundamental del Estado en el ámbito económico es definir un marco jurídico apto para regular las relaciones económicas libres, que presupone una cierta igualdad entre las personas, no sea que una de ellas supere totalmente en poder a la otra que la pueda reducir a la esclavitud” (pag 174)
Y sobre la autoridad política:
“Debe garantizar la vida ordenada y recta de la comunidad sin suplantar la libre actividad de las personas” (pag 194).
Creo que poniendo las cosas objetivamente en su sitio, la realidad se capta mejor, sin distorsiones por miedos o entusiasmos, o mala leche).