Que los hay, los hay. Veamos: I) La carga tributaria en el Uruguay (lo que el Estado le saca a la gente) alcanza prácticamente al 28% del PBI. De cada $ 100 que producen los uruguayos, el fisco manotea $ 28.
Eso, ¿es mucho o poco? Si seguimos la práctica, tan nuestra, de compararnos con quienes nos conviene, podemos estar felices de ver que en Argentina y Brasil el peso tributario es mayor (3132%). ¿Tema liquidado ?
Si esos fueran los únicos dos países en el mundo aparte de nosotros, sí. Pero ampliemos un poco el foco:
País Carga Tributaria como % del PIB
Chile 20,4%
Colombia 20,0%
Costa Rica 22,0%
Paraguay 17,5%
EE.UU. 26,0%
Uruguay 27,9%
Podríamos volver a la carga y argumentar que la mayoría de los países desarrollados, sobre todo los europeos, tienen cargas tributarias mucho mayores que la nuestra, lo que es cierto. Pero no es toda la verdad. Esta se completa con dos datos más:
A) El mismo estado que le saca más a su gente, le devuelve mucho más en bienes y servicios. Nosotros, además de pagarle tributos al Estado que da calambre, tenemos que volver a pagar por nuestra educación, nuestra salud y nuestra seguridad, entre otras cosas, amén de que nuestra ciudad está sucia, mal iluminada, triste y llena de pozos, buena parte de las carreteras son un desastre, etc. etc. B) El otro dato es que, en esos países europeos con cargas tan pesadas, la cosa no da para más.
Por otro lado, vale recordar que la carga tributaria no es todo lo que el estado uruguayo gasta. Sobre ese casi 28% del producto, nuestro gobierno suma un déficit fiscal peligrosamente cerca de cuatro puntos más. Déficit que también hay que pagar.
Pero hay otra comparación de números que es todavía más expresiva (y nada capciosa): la comparación con nosotros mismos. Ahí, los números nos hablan de que entre 1990 y el 2016 el peso del Estado, en términos de porcentajes de exacción sobre el Producto, aumentó un 8%. Lo que, en términos absolutos es una montaña de plata, ya que en ese lapso el PBI también aumentó. Traducido en palabras, el Estado nos saca cada vez más plata. Ahora bien, en esos años, con muchos más recursos, ¿el Estado mejoró en lo que nos da? ¡Qué va!
Traducidos los números a castellano básico: cada vez nos sacan más plata para tratarnos, cada vez, peor.
Resumiendo, pagamos más que otros países que tienen mejor calidad de vida y cuanto más pagamos, peor calidad de vida tenemos. We are fantastic.
II) Otro número que habla es el de los funcionarios públicos, de obvio parentesco con el anterior.
El Observador (21/6) publica que hemos alcanzado la cifra récord de casi 300.000 vínculos laborales con el Estado. Esto no equivale estrictamente a la cantidad de funcionarios públicos, porque puede ocurrir que alguien tenga más de un vínculo (una minoría, en todo caso). En contrapartida, el número no incluye a los cientos de funcionarios de las decenas de sociedades anónimas y similares propiedad del Estado, muchas subvencionadas, directa o solapadamente por aquél. Según la OMC (Búsqueda 5/7), AFE, ANP y el BSE, tienen una cada uno; el BHU y OSE, tres; UTE 9; el BROU diez y Ancap les mata el tanto a todos con ¡catorce! Que tampoco termina ahí el empleo estatal: hay que sumar las personas públicas de derecho privado y ciertas innovaciones liberales de los gobiernos frentistas: 51 fideicomisos y 93 fondos, (¿se acuerdan del Fondes, por ej.?). O sea que hay funcionarios como muela de gallo.
Vayamos nuevamente a las comparaciones, que nos ayudan a ubicarnos:
En Uruguay, los empleados públicos, (stricto sensu), superan el 17% del total de la gente que trabaja (lo que se llama la PEA).
En:
Brasil 12,0%
México 10,4%
Ecuador 9,0%
Perú 8,2%
Paraguay 6,0%
Chile 2,0%
¿Y si nos comparamos con nosotros mismos? La cantidad de funcionarios aumentó en 60.000 los últimos tres años y si lo medimos en vínculos laborales, pasamos de 229.000, en vísperas de asumir el Frente Amplio, a casi 300.000 el pasado año (de nuevo, sin sumar las sociedades anónimas del Estado y otras yerbas): 71.000 más (un 31% de aumento).
Con el siguiente detalle adicional: los mayores incrementos de funcionarios se han dado en las áreas de: educación, seguridad, salud y servicios sociales. Los resultados de esos incrementos están a la vista.
III. Habría otros muchos números que hablan (egresos escolares, delitos..., etc.) pero concluiré con dos que encapsulan a los anteriores: 1) en el ranking de competitividad que elabora el World Economic Forum, apenas arañamos la mitad de la tabla, atrás de países como Chile, Costa Rica, Panamá, México, Colombia y Perú. 2) El último: del 2014 para acá se llevan perdidos unos 60.000 empleos.
Lo que nos habla a las claras de nuestro futuro.