Incomparables

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La oferta de candidatos en este balotaje no debe medirse por su nivel de seducción. Nobleza obliga. Ni aún muchos que acompañamos a Álvaro Delgado nos sentimos encandilados por su carisma. No obstante, nos genera mucha tranquilidad inclinarnos hacia él por su expertise, talante componedor y manejo de la agenda nacional. Delgado mismo se autodefinió: “Tal vez no sea el gran candidato, pero estoy seguro seré un gran presidente”.

En la vereda opuesta tampoco aparece un candidato que encandile. No encandila ni a los suyos. Tienen que recurrir a la “añosa” figura de Mujica para “chupar rueda” de su carisma y este inventa “repuestos” para emparchar la flaqueza de la formula.

El punto fuerte de Orsi es presentar estética moderada combinada con una imagen funcional al voto por identificación con “la masa”.

Pero esa ventaja competitiva luego no la puede traducir en carisma porque cae en incesantes contradicciones, constantes inseguridades y tal cual la analogía con Adán, si se le llegan a caer “las hojas” queda desnudo ante cualquier auditorio.

Por tanto, el 24 se enfrentan 2 candidatos que poco enamoran, pero uno solo de ellos genera la tranquilidad de entregarle el mando del país a conciencia de su conocimiento profundo del intrincado oficio de gobernarlo.

Hay uno solo (Delgado) que conoce el valor que tiene el daño que se evita ante una mala decisión.

Uno solo conoce de cerca lo que esta en juego en una crisis en la que tienes que tomar decisiones que afectan la vida de todos y que cualquier camino que recorras tendrás gente que se sentirá afectada.

Solo Delgado vivió la incertidumbre de no saber si lloverá en 3 días, en 3 semanas o 3 meses y participó en la negociación con ministerios, entes y actores sociales para ir encontrando soluciones a la sequía.

Solo Delgado entiende lo que significa negociar salarios preservando empleos en medio del Covid. Y hacerlo ante interlocutores poco cooperativos como el Pit-Cnt. Y que además todo eso acabe en un proceso exitoso donde se termina aumentando empleo y salario.

Y citaría 100 ejemplos más que dejarían a Orsi mal parado en la comparación con su oponente.

Estamos a horas de un derby entre un Estadista y un “meritorio muchacho”. Sus planteos en el debate y fuera de él son inconsistentes. Cae en permanentes contradicciones.

No puede permitir que la gente se jubile a los 60 años “si así lo desea”, crear 12 mil empleos de calidad por año para jóvenes, entregar 2500 pesos a estudiantes, contratar 2 mil policías en marzo (otra mentira dado que precisa esperar hasta la ley de presupuesto para eso), invertir en riego, tecnología, etc. Y pensar que todo eso lo puede hacer sin una sobrecarga impositiva.

Orsi nos macaneo. Y no olvido (tal vez lo más grave) que por imperio de sus palabras y el “programa” del FA entregará la educación de nuevo a los gremios. Y tampoco olvido que en su propuesta programática de seguri- dad, aún subsiste la idea de desprisionalizar.

El domingo insto a votar a un PRESIDENTE. No a un candidato.

Hay uno solo con capacidad ya probada para encomendarle el timonel de mi país. Del tuyo y el de tus hijos. Y también de los hijos de nuestros adversarios. Se llama Álvaro Delgado.

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