“Las nuevas derechas han arrasado en las elecciones europeas y le han puesto freno a los que empujan la Agenda 2030”, expresó exultante el presidente.
Javier Milei llama “nuevas derechas” a lo que Europa y el grueso del mundo denominan ultraderecha, ultranacionalismo o ultraconservadurismo, que son fuerzas euroescépticas, anti-globalistas y negacionistas del cambio climático, que en general adhieren al liderazgo de Vladimir Putin y apoyan la invasión de Rusia a Ucrania.
La posición que fortalece al conglomerado de partidos extremistas en el polo nacionalista y conservador, es el rechazo abierto y total a las políticas migratorias de la Unión Europea (UE). El miedo a la pérdida de la identidad cultural, social, política y económica de Europa en la marea inmigratoria, entre la inmigración legal y la ilegal, favorece a las posiciones que proponen cerrar totalmente la UE, dejar flotando en el Mediterráneo a los africanos que buscan en lanchones las costas europeas, y echar a la máxima cantidad posible de inmigrantes ya instalados en países europeos.
Las centroderechas, que aún son mayoritarias y mantienen su posición moderada y centrista, califican de demagógico el discurso anti-inmigrantes de la ultraderecha, porque no tiene en cuenta las encrucijadas económicas que genera el envejecimiento de la población europea y las necesidades de mano de obra en muchos rubros en los que los europeos ya no quieren trabajar. Pero a la hora de las urnas, la fobia contra la inmigración siempre resulta rentable en votos.
De todos modos, aunque los extremismos derechistas crecieron, el centro sigue logrando más respaldo. Con los notables triunfos de la centroderecha en Alemania, España y Grecia, entre otros países, los números muestran que, junto a socialdemócratas, liberales y verdes, los partidos pro Agenda 2030 todavía son la mayoría que pueden preservar el control centrista del Parlamento Europeo, evitando que el timón de la UE pase a manos extremistas que tienen por objetivo desarmarla y también poner fin a la histórica alianza política-militar con Estados Unidos y Canadá.
Por cierto, el centro también está lejos de las izquierdas ideológicas como la que expresan Die Linke, en Alemania, y Francia Insumisa, del caudillo izquierdista galo Jean-Luc Melenchon. Esas izquierdas, así como las españolas Sumar y Podemos, se debaten entre el estancamiento y el retroceso.
La pulseada trascendente en la Europa de este tiempo se da entre el centro y la extrema derecha en sus distintas variantes, y la Agenda 2030 es el escenario de esa puja.
Milei califica como invención “inhumana, diseñada por burócratas en beneficio de burócratas” a la Agenda 2030, que son los 17 objetivos acordados por Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza y el fortalecimiento de los sistemas educativos, hasta la igualdad de la mujer, la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente.
Georgia Meloni, la gran ganadora italiana con su partido de ancestros fascistas, no está claro en que vereda terminará situándose. Llegó al poder siendo admiradora de Putin y del modelo ultranacionalista y conservador ruso, y adversaria de la Agenda 2030. Esa posición es conservada por su socio político Matteo Salvini, quien sufrió un duro retroceso en las urnas. Pero ella fue acercándose a la líder centroderechista alemana Úrsula Von Der Leyen y, posiblemente, acabe colocando a Italia en la vereda del centro que aún es mayoritaria en Europa.
En síntesis, el presidente argentino no celebró que las centroderechas hayan vuelto a ganar, logrando el respaldo que necesitan para, reeditando sus coaliciones con liberales, socialdemócratas y verdes, mantenerse al frente de la Unión Europea, conteniendo a los ultraderechistas y a las estancadas izquierdas ideológicas. Lo que celebró Milei es que los ultraderechistas hayan sumado bancas en el Parlamento Europeo, con el triunfo aplastante de Marine Le Pen sobre el centro liberal que encabeza Macron en Francia y con la neonazi Alternativa por Alemania (AfD) desplazando del segundo puesto al Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz, quedando sólo por detrás del conservadurismo moderado que representa la Unión Cristiano Demócrata (CDU), principal ganadora en Alemania.
También las victorias de las ultraderechas en Austria y en Bélgica explican la euforia del presidente argentino.
El resultado en España no le alcanza a Milei para un festejo. Si bien Pedro Sánchez no rentabilizó su pelea con él, ya que el PSOE quedó en segundo lugar, dos puntos por debajo del PP, al menos evitó un derrumbe que lo obligue, como a Macron, a convocar a comicios adelantados.
Pero la centroderecha que triunfó en España no tiene afinidad con el neo-falangismo español que encarna Vox. Igual que la CDU alemana, a nivel europeo, es parte del conservadurismo moderado que teje acuerdos con socialdemócratas, ecologistas y liberales, para mantener la UE en manos de las fuerzas centristas.
Como lo expresó exultante por las redes al conocerse el escrutinio, Milei está más cerca de Vox, de Marine Le Pen y de los neonazis alemanes del AfD, que del PP español, los liberales de Emmanuel Macron y la CDU de Úrsula Von Der Leyen. Algo que debiera, al menos, resultar inquietante.