El corazón de la oscuridad

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jorge grünberg
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Las autoridades de ANEP me invitaron recientemente, conjuntamente con autoridades de UdelaR, de la Universidad Claeh y de otras instituciones a una mesa de diálogo sobre reforma curricular.

La reunión fue útil y alentadora para mí. Pude confirmar la voluntad institucional de mejorar los resultados educativos y discutir los cambios que esto requiere. También nos permitió a los participantes encontrar coincidencias académicas en un tema altamente polarizado.

Existe consenso en cuanto a que, para alcanzar un mayor nivel de desarrollo y prosperidad, debemos lograr que más uruguayos obtengan un mayor nivel educativo. En especial debemos lograr que más uruguayos culminen estudios universitarios. Los estudios universitarios serán cada vez más el requisito mínimo para competir por trabajos de calidad, y además son prerrequisito para la realización de postgrados, que son la base para la creación de conocimiento.

Según cifras de la Unesco, menos del 12% de los uruguayos mayores de 25 años culminaron carreras universitarias. Estas cifras son insuficientes para competir internacionalmente con países que hasta hace algunas décadas tenían niveles educativos similares o menores que los nuestros. En Finlandia 26% de la población mayor de 25 años culminó estudios universitarios, en Corea del Sur 29%, en Nueva Zelanda y Singapur 32% y en Israel 33%. Es decir que para competir con esos países, una de nuestras metas debe ser por lo menos duplicar el porcentaje de uruguayos que culminan carreras universitarias.

Para acceder a cursar carreras universitarias los alumnos deben culminar previamente la educación secundaria. En Corea, Finlandia o Nueva Zelanda casi 90% de los alumnos culminan secundaria, mientras que en Uruguay es menos del 40%. Existen muchas áreas a mejorar en nuestro sistema educativo, pero la culminación de secundaria es el mayor cuello de botella. Si educar es brindar luz, la no culminación de secundaria es el corazón de la oscuridad.

No solamente más del 60% de los uruguayos no culmina bachillerato, sino que la mayor parte de los estudiantes que abandonan pertenecen a los sectores de menores ingresos. Casi el 80% de los alumnos de los hogares de mayores ingresos culminan secundaria, una cifra comparable a la de Canadá o al promedio de la Unión Europea. Entre los alumnos de hogares de menores ingresos, menos del 20% culminan secundaria, una cifra comparable a las de Chad o Uganda.

Los alumnos de hogares de menores ingresos no solo tienen menos posibilidades de culminar secundaria, sino que además aprenden menos durante el tiempo que cursan. Los rendimientos en las pruebas PISA de estos alumnos fueron peores que los de sus pares de hogares de mayores ingresos, en todas las pruebas PISA desde 2003 hasta 2018.

El abandono de secundaria tiene consecuencias económicas de largo plazo en la vida de los jóvenes ya que se ven impedidos de realizar estudios universitarios, y por lo tanto, tendrán grandes dificultades para acceder a empleos de calidad y alta remuneración. Esto constituye un desafío moral. El sistema educativo tiene como una de sus misiones compensar las diferencias y expandir oportunidades. Si la mayoría de los alumnos de los sectores más carenciados no logran mejorar sus oportunidades de desarrollo personal, estamos incumpliendo con un deber moral inherente a una sociedad democrática.

El hecho de que la mayor parte de los alumnos que no culminan secundaria provengan de hogares con menores ingresos y menor nivel educativo familiar, plantea especiales complejidades en la búsqueda de estrategias de mejora. Muchos provienen de hogares en los cuales sus padres tampoco culminaron secundaria, y por lo tanto les puede resultar difícil apoyar a sus hijos académicamente. En general no disponen de recursos para contratar profesores particulares como es usual en hogares de mayores ingresos, además tienen más necesidad de trabajar, y por lo tanto, menos horas para estudiar.

Desde la década de 1980 se pusieron en práctica varias reformas educativas, pero no se logró aumentar de forma apreciable la tasa de graduación de secundaria ni disminuir la desigualdad de resultados entre los alumnos de hogares de mayores y menores ingresos. Estas reformas se focalizaron principalmente en temas de gobernanza (integración de los órganos de decisión, elección de autoridades, autonomía de directores de centros), presupuestales (montos, formas de distribución) o curriculares (cantidad de materias, contenidos, cargas horarias, regímenes de evaluación).

La evidencia internacional apunta a que otro tipo de reformas son necesarias para mejorar las tasas de culminación de secundaria de los alumnos de hogares de menores ingresos. Las históricas discusiones sobre planes de estudio y divisiones del conocimiento por materias son cada vez menos relevantes. Los planes de estudio perfectos son una quimera inalcanzable frente al cambio rápido y constante en el conocimiento.

En próximas publicaciones discutiré estas reformas que deben tener como foco la mejora de la formación docente, la extensión de la jornada escolar y la reorganización de la acción docente desde la actual actuación, esencialmente individual, hacia un enfoque en equipos multidisciplinarios integrados por docentes y otros profesionales como psicólogos y asistentes sociales. Esta es la manera de salir del corazón de la oscuridad.

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