El recurso de los padres

Compartir esta noticia
SEGUIR
JORGE GRÜNBERG
Introduzca el texto aquí

La pandemia es, y será hasta que la podamos controlar, causante de grandes pérdidas en vidas humanas, en puestos de trabajo y en valor económico.

Además, tendremos que enfrentar otros daños menos visibles pero muy destructivos en el largo plazo como las pérdidas de aprendizaje, de desarrollo de inteligencia emocional y de habilidades de socialización de niños y adolescentes.

Tenemos la expectativa de que los daños a la salud humana sean contenidos rápidamente si las vacunas son efectivas. También es posible que los puestos de trabajo se recuperen rápidamente si se reactiva la economía. Pero las pérdidas de aprendizaje serán mucho más difíciles de recuperar y muy costosas para los actuales alumnos a lo largo de su vida si no son corregidas a tiempo.

La estrategia frente a la pandemia fue cerrar las instituciones educativas, dictar clases online, promover el aprendizaje domiciliario y reabrir las instituciones por lo menos parcialmente en el primer momento posible. Pero las clases online son difíciles de aprovechar para niños y adolescentes con poca autonomía personal. Y cuando las escuelas y liceos reabrieron, lo hicieron en general en forma parcial e intermitente por razones de capacidad edilicia o de prevención sanitaria. La asistencia efectiva a clase de escolares y liceales en nuestro país fue mucho menor que en otros años, especialmente en el sistema público.

La investigación internacional muestra que si bien se consiguió no interrumpir totalmente la actividad educativa, los niveles de aprendizaje fueron menores que en un año típico. Cuanto más se extiendan los períodos de “subescolarización” mayor será la brecha entre el aprendizaje esperado para la edad y el aprendizaje efectivo de los alumnos.

El aprendizaje no es un proceso lineal de acumulación de conocimientos. Es un proceso dinámico y complejo de cambios intelectuales en el cual cada estado se apoya en el anterior a través de andamiajes cognitivos. Cuando los aprendizajes realizados no se utilizan para continuar hacia niveles superiores, se deterioran acumulativamente. Semanas o meses acumulados de subaprendizaje pueden transformarse en retrasos de años respecto al nivel esperado de acuerdo a la edad.

Estos procesos de pérdida de aprendizaje pueden acentuar la ya importante desigualdad de aprendizajes existente en nuestro país. Los alumnos de menores recursos tienen menor conectividad de alta velocidad, menos espacio privado en su casa para participar de clases online, y en muchos casos, padres con menor nivel educativo que puedan apoyarlos en el aprendizaje domiciliario.

Al comenzar el próximo año lectivo los alumnos tendrán un importante déficit acumulado de aprendizaje. Investigaciones recientes estiman que los escolares pueden haber aprendido este año menos de la mitad de lo esperado en un año normal. Si este desvío no es corregido es posible que sea arrastrado por muchos alumnos, especialmente los más vulnerables, con consecuencias negativas en sus ingresos económicos a lo largo de muchos años.

Recuperar ese aprendizaje perdido requiere un esfuerzo adicional a los estudios regulares. Aun si las escuelas y liceos pueden comenzar sus clases regularmente el próximo año, deberíamos organizar un plan de recuperación de aprendizajes con el objetivo de que los alumnos vuelvan al nivel esperado de acuerdo a su edad en 2022.

Esta enseñanza adicional tendrá que ser extraescolar ya que el sistema no tiene la posibilidad de aumentar en gran escala su capacidad de atención. Tendrá que basarse en aprendizaje domiciliario apoyado por los padres y articulado con tutores online. Las tutorías son la forma de enseñanza más efectiva y los padres pueden ser la fuente más importante de apoyo afectivo y de motivación. Los tutores podrían ser docentes retirados, profesionales con experiencia docente o alumnos universitarios avanzados. Los padres, especialmente los de menor nivel educativo, tendrán que recibir apoyo y capacitación para ayudar a sus hijos con el aprendizaje domiciliario.

Algunos de ellos necesitarán recibir una remuneración para dedicar algunas horas a la semana a apoyar la enseñanza de sus hijos, quizás en el marco de prestaciones existentes como el seguro de paro.

El apoyo sistemático de los padres será importante en la motivación de los alumnos, ya que la actitud de los alumnos frente al aprendizaje está muy influenciada por la actitud de sus padres.

Este esfuerzo es realizable, ya que como parte del Plan Ceibal una gran proporción de familias de alumnos disponen de computadoras o tabletas en su casa. Sería un proyecto costoso porque habrá que pagar a tutores (aunque muchos lo harán voluntariamente) y producir guías de apoyo para padres. Pero el impacto negativo acumulado en la productividad para el país de decenas de miles de alumnos con un déficit permanente de aprendizaje sería mucho más costoso, especialmente en un país con pocos jóvenes y pocas personas con formación superior.

Los beneficios de este proyecto serían económicos pero también sociales por su contribución a la cohesión de las familias, la creación de redes colaborativas entre docentes, alumnos y padres, y por la revalorización del aprendizaje por parte de muchos padres que no pudieron culminar sus ciclos educativos.

No corregir esta pérdida de aprendizaje puede comprometer nuestras posibilidades de competir en servicios de alto valor en las próximas décadas. Los estudiantes de hoy son los trabajadores, profesionales y emprendedores del futuro.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumJorge Grünberg

Te puede interesar