La base moral y humana

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En los años veinte del siglo pasado varios escritores españoles decidieron formar un partido político. Entre ellos estaban García Lorca, Espina y Ugarte nada menos. Como no tenían quien los liderara le pidieron a José Ortega y Gasset que los dirija.

Este, con sabiduría, rechazó el ofrecimiento. Para no desalentar a los jóvenes literatos que querían participar en política les ofreció en su lugar unos consejos. El principal fue que no cayeran en lo que el filósofo llamaba “parasitismo negativo”.

¿Qué era esto para Ortega?

La tentación que tienen los políticos de esperar lo que hace el adversario para criticarlo. Eso los convierte en parásitos al depender de la propuesta del otro. Esperan esta para lanzarse en su contra. Sin ella no despliegan actividad alguna.

Negativos, además, puesto que su accionar es de crítica y no de acción positiva. Este parasitismo es hijo de la comodidad de no tener que pensar mucho. También de la comodidad de no cambiar nada. Está muy enraizado en nuestro país y, confieso, a veces me veo tentado a caer en él.

A los orientales nos cuesta mucho el cambio. Aún para mejorar.

Recuerdo el chiste de los dos uruguayos conversando en un bar mientras tomaban una copa. Uno le dice al otro tener la solución para nuestros problemas.

-“Tenemos que declararle la guerra a los Estados Unidos”, afirmó.

El segundo, escéptico, le preguntó los motivos de su propuesta.

El proponente respondió:

-“Sencillo. Alemania entró en guerra con Estados Unidos, este lo venció, después aplicó el plan Marshall y mira la potencia que es. Japón lo mismo”.

El escéptico se rascó la cabeza, bebió de su copa y advirtió de un problema grave en lo que se proponía.

-“¿Cuál es?”, preguntó el de la iniciativa.

-“¿Qué hacemos si ganamos la guerra a Estados Unidos?”

Además de esto, los uruguayos parecemos ser los campeones de las rivalidades.

Peñarol contra Nacional, Aguada contra Goes, los de un barrio contra otro, los del interior contra los de la capital, el del Frente contra la Coalición hoy, los blancos contra los colorados ayer, y así podríamos seguir.

Esto ha sido exacerbado por las redes sociales. En especial por una en que con la lejanía y cercanía a la vez que da, todo insulto parece estar permitido. En lugar de primar el ingenio es la agresión la que domina.

No es este un fenómeno exclusivo de nuestro país.

Alcanza con ver los titulares y las acusaciones en la reciente campaña política en los Estados Unidos o la Argentina para llegar a esta conclusión.

En mis tiempos en el Parlamento me encontré que tenía muchas diferencias con colegas de otros partidos. También coincidencias. Todos queríamos lo mejor para los uruguayos. Lo que discrepábamos era en la forma de lograrlo.

No hay nadie que no quiera la mejora económica de todos. Cuando el pasado seis de agosto anuncié mi intención de postularme de nuevo al Senado de la República fui claro.

Afirmé que por suerte la nuestra es una democracia consolidada. En ella todos los partidos políticos tienen propuestas. Dentro de estas hay muchas coincidencias y en ellas anuncié que trabajaría. Propuse no detenernos en las diferencias sino en las coincidencias.

Nadie puede decir que no avisé.

Lo dije el primer día.

Terminada la etapa electoral el pasado domingo, he puesto manos a la obra en ello.

Tuvimos la fortuna de que la ciudadanía acompañó nuestra propuesta eligiendo un muy importante número de legisladores de nuestro sector, en especial en la Cámara de Diputados. Además de dos senadores.

Lo que nos obliga a un esfuerzo aún mayor.

Apenas terminada la elección comenzamos a reunirnos con aquellos con los que compartiremos el trabajo político en los años por venir. Primero con los compañeros del Partido y de la Coalición Republicana y luego con el presidente electo y su equipo.

Eso parece no haber caído bien en algunos amantes de hacer la plancha.

Hay quienes piensan que si uno no está en el gobierno debe oponerse a todo. Es lo que nos hicieron a nosotros y les fue bien afirman.

Como si lo único importante fuera obtener el poder y no mejorar el país y la vida de los uruguayos. Pretenden que nos opongamos a todo y así desplazar a los que hoy obtuvieron el gobierno. Así el día de mañana si los desplazamos a estos, ellos harán lo mismo con nosotros y así seguiremos en una interminable sucesión de oposiciones mientras los problemas seguirán sin solución.

También están los que se enojan si entablamos diálogo con los compañeros de la Coalición Republicana o con el presidente electo y su equipo.

A esos más vale no contestarles. Parecen no seguir el consejo de Ortega y Gasset a los escritores.

Nunca fuimos de pedir permiso para reunirnos con quien quisiéramos. No vamos a empezar a pedirlo ahora. Ni lo aceptaremos.

Seguiremos adelante pensando primero en el interés de los uruguayos y luego en el de nosotros. Como afirmaba Winston Churchill “un hombre hace lo que debe, a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, y eso es la base de la moral humana”.

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