La batalla de Gran Bretaña

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Matias chlapowski
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Derrotada Francia en junio del 40 y al rehusar Gran Bretaña (GB) las insinuaciones de paz que hace Hitler, este manda preparar la operación “León Marino”, la invasión de las islas (directiva N°16).

Es consciente que, sin el dominio del aire sobre las playas de desembarco y zonas aledañas, la empresa fracasaría. Por lo tanto pide al mariscal Göring redoblar los esfuerzos de la Luftwaffe, para lograr ese fin, ordenando aniquilar la Royal Air Force (RAF) destruyendo sus aeródromos, hangares, puestos de radar, fabricas de aviones y refinerías de combustible - además de derribar sus aviones (directiva 17).

Cuando se enfrentan en el aire GB y Alemania, los nazis cuentan con una cómoda superioridad numérica. La Luftwaffe 1.200 cazas y 1.300 bombarderos. La RAF, para defenderse, apenas algo más de 600 cazas. Los aviones alemanes son buenos, además sus pilotos tienen más experiencia, adquirida en España, (la legión Cóndor) y en Polonia, Noruega y Holanda, habiendo destruido Rotterdam por bombardeo como método para someter a su país.

Churchill se da cuenta que con el esquema de producción vigente GB no sería capaz de reponer las pérdidas que estaba sufrido en los primeros combates y pronto crea el ministerio de producción aérea, poniendo a su frente a un intimo amigo, Lord Beaverbrook, un poderoso y eficaz empresario conocido por su ímpetu, energía y pocos escrúpulos para lograr objetivos. En poco tiempo Beaverbrook es capaz de duplicar la producción de los confiables Hurricanes y los ágiles Spitfires, al mismo tiempo esparciendo y camuflando las fabricas, hasta ese momento sometidas al constante y prioritario bombardeo de la Luftwaffe.

El resultado de la batalla estaba en la balanza hasta que se dio un hecho fortuito. A finales de agosto una escuadrilla de bombarderos alemanes que tenía por objetivo, la destrucción de depósitos, tanques de combustible y muelles en el puerto de Londres, perdió su rumbo y por error, dejó caer sus bombas sobre la ciudad. Esto estaba expresamente prohibido por Hitler que todavía albergaba esperanzas de llegar a un acuerdo, quizás ya no con Churchill pero si, con un eventual nuevo gobierno. Los pilotos fueron castigados.

El daño que sufrió Londres fue limitado pero como represalia, la RAF bombardeo Berlín. Se dio la coincidencia que estaba de visita el canciller de la Unión Soviética, su socio, conversando con Von Ribbentrop, cuando empezaron a sonar las sirenas de alarma. Al bajar las escaleras al sótano, Molotov pregunto: ¿cómo es que, según Ud. los ingleses están acabados, cuando nosotros tenemos que buscar refugio?.

Hitler furioso ordeno ataques masivos sobre Londres (1.700 aviones en una oportunidad). A partir del 7 de septiembre Londres fue bombardeada 57 días o noches consecutivas. Varias ciudades (Coventry, Liverpool, etc.) igualmente lo fueron y los ingleses respondieron bombardeando Hamburgo, Leipzig y otras.

Al principio la RAF apenas pudo responder a estos ataques y con grandes bajas en aviones y tripulantes. Berlín está mucho más lejos de Inglaterra, que Londres de Francia, Holanda y Noruega desde donde despegaba la mayoría de los aviones de la Luftwaffe. La RAF no podía acompañar con cazas a sus bombarderos, cosa que sí podían hacer los alemanes, por aproximadamente una hora. Pero los alemanes descuidaron priorizar la destrucción de las fabricas, ya mejor escondidas, las estaciones de radar y las ahora más esparcidas bases de donde despegaban los cazas británicos, evitando su destrucción en tierra, un codiciado blanco de la Luftwaffe.

Poco a poco se empezó a dar vuelta la tortilla. Los alemanes debieron abandonar los bombardeos diurnos, por su tremendo costo y ya para fines de septiembre en perdidas sobre GB, la ecuación era de dos a uno en favor de la RAF. Muchos de los pilotos británicos derribados, volvían a volar pero los alemanes que sobrevivían, eran internados. Igual, los británicos necesitan más aviadores e incorporaron a pilotos canadienses (CRAF), polacos, sudafricanos, checoslovacos, franceses y otros.

Con el tiempo, el comando aéreo británico fue cada vez más eficaz en el uso del radar y en la interpretación de información. Lograban anticipar la llegada y objetivo del próximo bombardeo y trataban de interferir en las señales de radio faro, desorientando a las flotas aéreas enemigas acosando y persiguiendo las sin cesar. La artillería antiaérea mejoro sus resultados. Un espectáculo digno del Bosco, grandes globos con cables como obstáculos, reflectores buscando su presa mientras los habitantes, en sus refugios, oyendo, no solo la caída de las bombas, también el estruendo de los cañones que los defendían, el estallido los proyectiles como fuegos artificiales, seguido del ruido de las esquirlas al caer sobre los tejados. Incendios, se derrumban edificios, gente muriendo pero GB resiste.

Hitler debió posponer la fecha de invasión y finalmente ordena dispersar las barcazas postergando el desembarco para después del invierno boreal pero el “blitz” (*) sigue, salvo por serias inclemencias meteorológicas, hasta cuando el grueso de la Luftwaffe es trasladada a la frontera con Rusia en preparativos para ese ataque.

La Luftwaffe perdió la batalla por el control del espacio sobre GB. Los civiles que sobrevivieron esa odisea tuvieron que pasar noches en incómodos en refugios antiaéreos y estaciones de subterráneo. Debieron volver a sus tareas cansados, sucios y con hambre pero no doblegaron su espíritu. La Luftwaffe siguió causando serios daños al aprovisionamiento de las islas (en conjunción con los submarinos) pero como sabemos no pudieron vencer. “Nunca en la historia de los conflictos se debió tanto a tan pocos” se dijo sobre la RAF.(**) Luego GB supo devolver la cortesía con creces.

(*) Blitz: entre el 7 de septiembre de 1940 y 11 de mayo 1941 murieron 44.652 civiles y 54.370 sufrieron heridas graves por bombardeo.

(**) Traducción abreviada de WSC

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