La certeza de María Corina

Compartir esta noticia

Nicolás Maduro no domina la sutileza. Su terreno es el de los insultos y chistes malos que secundan sus corifeos. Basta ver esas comparecencias televisivas junto a su hombre fuerte, Diosdado Cabello, en las que ambos reparten palos como un dúo de comediantes de tercera.

Con sus exabruptos habituales, el gobernante venezolano le dedica todo tipo de improperios a la líder opositora María Corina Machado. Es evidente que si hay alguien que le quita el sueño a este personaje es ella, por la inmensa popularidad de la que goza a pesar del acoso oficialista del que es víctima. A Maduro le gusta ningunearla, pero lo cierto es que un día sí y otro también la menciona como una obsesión que no lo deja vivir. Si María Corina fuera tan “insignificante” para el chavismo, ni se molestaría en atacarla. Sin embargo, es blanco constante de descalificativos y, peor aún, de un asedio que la obliga a vivir en clandestinidad dentro de Venezuela.

El malestar de Maduro en los últimos días se debe al Premio Václav Havel que el Consejo de Europa le ha concedido a la líder de la Plataforma Democrática Unitaria por su defensa de los derechos humanos. Es la primera vez que una figura de América Latina recibe tan prestigioso galardón, el cual se otorgó por primera vez en 2013. Mientras en Europa, Washington y buena parte del mundo democrático reconocen la lucha de María Corina y la oposición venezolana, Maduro y su entorno se aferran al poder por medio de elecciones fraudulentas y una cacería de brujas para silenciar a los desafectos.

Es incuestionable que la oposición se ha tambaleado por la salida forzosa del país de Edmundo González tras haber ganado las elecciones del pasado 28 de julio, pero la mayoría de los venezolanos lo respalda a él y a María Corina, esta última cerebro y motor del bloque opositor. Para mayor contrariedad del gobierno de Caracas, el Centro Carter acaba de presentar en la sede de la OEA las actas electorales que certifican la victoria del candidato recién exiliado. Es la verificación del triunfo de la oposición.

Aunque por medio de amenazas y presiones Maduro consiguió que Edmundo González acabara por solicitar asilo en España, el dictador venezolano no las tiene todas consigo. La persistencia de María Corina, capaz de movilizar a la gente desde la clandestinidad, es un factor que hasta ahora no ha podido neutralizar.

Una de las herramientas más poderosas de las dictaduras es infundir miedo en la población y el chavismo lo hace con la pericia que le falta para generar prosperidad. Indudablemente, a Maduro le sobra malignidad para, si así se lo propone, arrinconar a sus adversarios hasta forzarlos al exilio. Ha ocurrido en el pasado y acaba de suceder con Edmundo González. Hasta ahora, María Corina ha resistido los embates con una fortaleza casi sobrenatural. Ella sostiene que el gobierno de Maduro resiente las consecuencias del repudio internacional y asegura que está “más solo, aislado y débil, sus arremetidas violentas son una señal, evidentemente, de desesperación”. La opositora conoce bien a su enemigo y le amarga sus Navidades adelantadas y de mentirillas. La estrategia de María Corina es un espejo de la lucha que en su día sostuvo Václav Havel contra el comunismo en la antigua Checoslovaquia.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar