Por usted, nos referimos al indeciso. A ese magro 8 o 10% de los uruguayos que es capaz de cambiar su voto de elección a elección, y que definirá quién será el próximo presidente. La verdad, no creemos que nadie en esa situación se ponga a leer una columna de opinión en El País. Pero por las dudas, o por un simple ejercicio intelectual, vamos a intentar darle una idea de lo que se juega, reducido todo a la mínima expresión. Y tratando de encapsular nuestro sesgo.
Acá hay un choque entre dos coaliciones muy amplias. De un lado tenemos al Frente Amplio, un grupo de partidos unidos por una mirada que ellos denominan “de izquierda”. Es difícil tener claro qué significa eso hoy, pero a grandes rasgos sería que ven la realidad desde una postura socialista o marxista. Creen que el rol del estado es fijar en una medida relevante, quién tiene derecho a ganar y cuánto, por su trabajo y aporte.
Del otro lado está la Coalición Republicana, que reúne a gente que va desde una sensibilidad socialdemócrata como el Partido Independiente, hasta conservadores clásicos como Cabildo Abierto. Pasando por miradas más liberales en blancos y colorados.
¿Qué los une? Básicamente que no tienen esa mirada marxista. O sea, que no creen en la lucha de clases, ni en conceptos como la plusvalía, eso de que si uno le va mal económicamente, es porque otro se la está llevando toda. Creen que el estado tiene un rol a la hora de apoyar al que le va mal, y redistribuir en lo posible el ingreso, pero sabiendo que eso puede conspirar contra los incentivos que permiten el crecimiento.
Ambas coaliciones tienen extremos. Tal vez en la que hoy gobierna el extremo puede ser Cabildo Abierto, con una mirada muy tradicional en lo social, y bastante estatista en lo económico. O algunos núcleos más liberales, a los que les gustaría que el estado fuera muchísimo más chico.
En el FA los extremos son el Partido Comunista, y algunos nichos del MPP y el Partido Socialista, que siguen creyendo en el marxismo clásico, y en que el estado tiene que ser el actor excluyente en la economía y en la sociedad.
Pero hay una diferencia. Mientras que en la Coalición Republicana estos extremos son bastante insignificantes en el conjunto, en el Frente Amplio representan un porcentaje mucho mayor.
Más allá de lo económico, hay fuertes diferencias en cuanto a los aspectos sociales. En la Coalición Republicana hay una mirada más tradicionalista en cuanto al rol de la familia, al derecho de los padres de manejar la educación y el crecimiento de los hijos. Si bien hay posturas liberales sobre el tema drogas, esta se basa en el respeto al derecho individual de la gente a hacer lo que quiera con su vida.
En el Frente Amplio existe una visión más comunitarista. Creen que el estado debe tener más peso en la organización de la familia, y en la educación de los hijos, en la conducta de las personas. Hablan de liberalizar drogas o de cambios de sexo, o de aborto, no desde una postura de respeto a la libertad individual, sino como factores que impactan a la sociedad en general.
De hecho, y sin querer ponernos demasiado filosóficos, la principal diferencia es que el Frente Amplio tiende a creer que una sociedad se debe manejar en base a la interacción de grupos o corporaciones (por eso le gustan tanto los sindicatos y los grupos profesionales), mientras la Coalición Republicana, apunta a que el sujeto central es la persona.
Hay otra diferencia más sutil, pero que es clave. La Coalición Republicana cree que el rol de un gobierno es administrar las cosas comunes, y ayudar a las personas a desarrollarse, a la vez que apoyar a quienes no se adaptan de buena manera al sistema
El Frente Amplio cree tener un rol distinto. Piensa que un partido político debe empujar a la sociedad hacia el progreso, incluso a veces superando las resistencias de los mismos ciudadanos. Como dicen los americanos, una mirada más “top to bottom”, de arriba a abajo. Por eso suele ponerse en un plano de superioridad moral respecto al resto de los actores políticos, o se siente con derecho a desconocer decisiones populares como la del voto del exterior o las AFAP. O incluso la Ley de caducidad. Creen que las mayorías a veces toman malas decisiones porque todavía no han llegado al nivel de desarrollo mental o de sensibilidad que tienen ellos. Por eso esta visión es tan hegemónica en los sectores intelectuales, y menos en los empresariales o económicos.
Ahora bien, si quisiéramos reducir todavía más la cosa, y volviendo a lo económico, le podríamos decir que un voto al Frente Amplio es una apuesta a repartir más la riqueza que hay en la sociedad, mientras que un voto a la Coalición apunta a que hace falta crear más riqueza para luego poder repartir. Los países exitosos, son los que aciertan en qué momento es más necesaria cada una de estas posturas. Usted, estimado lector indeciso, sabrá qué precisa más el Uruguay hoy. Si es que en algún momento se toma el trabajo de leer estas líneas.