La coyuntura y lo importante

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En el siglo V, A.C., Heráclito dijo que “lo único permanente es el cambio”.

A mediados de la década del 80 y me apoyo en un libro de la Consultora Xn Partners que codirige mi amigo Enrique Baliño, se acuñó un término para describir la percepción del ambiente tras el final de la guerra fría: V.U.C.A. que traducido es: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Describe el ambiente de cambio acelerado en el cual se mueven las organizaciones, los equipos y las personas.

La mayoría de las personas necesitamos incorporar nuevas habilidades porque los trabajos ya están cambiando en forma drástica. La robotización, la inteligencia artificial, el Big Data, ponen un manto de inquietud en distintas profesiones.

Ya lo dijo Darwin… “no es el más fuerte de la especie el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.

Cuando tenemos un hábito arraigado es como si el cerebro estuviera funcionando en piloto automático. Las cosas pasan a formar parte de su competencia inconsciente.

El cambio requiere tiempo y perseverancia. La razón detrás de esa dificultad de cambio es que nuestro cerebro tiene que definir o redefinir las conexiones entre las neuronas. Construir esas nuevas carreteras lleva tiempo y esfuerzo.

Pero he aquí una buena noticia: así como nos cuesta cambiar, es imperioso saber que nuestro cerebro tiene otra cualidad: la neuroplasticidad, que es la capacidad para modificar sus conexiones o reconectarse a sí mismo. Y el cerebro lo hace a cualquier edad.

Este pequeño introito viene a cuento porque es perentorio insistir con un tema, donde desde todos los ámbitos se hace alharaca y lanzamos estruendos, pero no avanzamos en forma imperativa.

El Ec. Munyo con mucha más versación que yo, también aboga por el tema y ha propuesto desde estas páginas, alguna solución. Nos estamos refiriendo a la productividad.

Se producen reuniones entre el Ministerio de Trabajo, gremiales empresariales y el Pit-Cnt. Pero es como cumplir un trámite, que está en la conciencia de quienes deben impartir reglas, pero que luego queda en una sana intención que es anulada, por información nimia y carente de contenido, aunque despierte más la atención.

Desde la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay, venimos trabajando en el tema, aprendiendo y aportando alguna experiencia personal. Nos consta que en el sector al que pertenecemos, el tema requiere atención y se esbozó algún punto de partida.

Alguna vez el Poder Ejecutivo se ha referido al tema en los consejos de salarios… con la expresión “las partes podrán acordar incentivos por productividad a nivel de empresa, conjunto de empresas o rama, siempre que se respeten los mínimos establecidos por rama de actividad”. De Perogrullo.

El mundo dice y experimenta y lo he escrito ene veces, que para llegar a ser desarrollados hay que incentivar la productividad; todas las partes, no me refiero solamente al obrero. América Latina y el Caribe no crecen estructuralmente porque precisamente una de sus falencias es la baja productividad. Lo menciona el BID, entre otros organismos.

Este tema tendría que ser una cuestión de Estado que trascienda a los gobiernos.

Entendemos que hay que aportar datos confiables y de fácil acceso para medir la productividad. Pero además de ello, NO hay que dejar de ponderar que, en cada rama, la situación de las empresas es muy distinta una de otra. Para las empresas mejor posicionadas, determinado aumento salarial puede no crearle ningún inconveniente; las empresas con mayores dificultades, tal vez no logren absorber dicho porcentaje de aumento.

No se forma a nadie en PRODUCTIVIDAD, ni a los representantes del Poder Ejecutivo, ni a los empresarios ni a los obreros. Por eso sería vital crear un Instituto de la Productividad que funcionaría en la órbita del Ministerio de Trabajo o de Economía, integrado por gente versada y que asesore no solo con idoneidad sino también objetivamente.

La CONSULTORA CEEIC (Centro de Estudios Económicos para la Industria de la Construcción) informó hace algunos años en un sesudo análisis, que donde más bajó la productividad en los sectores, fue en la construcción. Y no por falta de adopción de maquinaria que tuvo su auge, declinó un tanto y volvió a crecer nuevamente.

Con todas las dificultades que apareja el tema, donde hay que ponerse de acuerdo en un parámetro de rendimiento, avalado por todas las partes y con el apoyo del Instituto referido, sería de orden ADAPTARNOS AL CAMBIO, conociendo la realidad de las empresas.

Comencemos a hablar del tema todos los días. La sociedad es un reflejo de los temas que se debaten y últimamente nos estamos pareciendo a un culebrón caribeño, que fustigamos y que no le arregla la vida a nadie y nos olvidamos que más de 350 mil compatriotas viven bajo la línea de la pobreza.

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