Hace un par de meses Mark Zuckerberg anunciaba el cambio de nombre de su poderosa empresa matriz (que incluye Facebook, Instagram y Whatsapp) para iniciar el camino de Meta. Su misión, en sus propias palabras, se mantenía igual: conectar a las personas.
En ese contexto nos introduce en el universo del metaverso, término que se utilizó hace ya 30 años, en 1992. El autor Neal Stephenson acuñó el término en su novela de ciencia ficción “Snow Crash”, que imagina un sucesor de Internet basado en la realidad virtual. Nada es nuevo, nada.
En el comienzo de la presentación Zuckerberg dice: Imagina que te pones tus lentes VR y estás en un universo creado por y para ti, donde habrá réplicas de cosas del mundo real y también habrá experiencias que solamente pueden existir en la realidad virtual. No, no es un capitulo de Black Mirror. Es el futuro que ya en muchos aspectos es un presente. Comenzamos el 2022 y ya hay grandes empresas vendiendo productos: ropa para tu propio avatar o experiencias que sólo puedes vivir en esa realidad. Y claro, no puedo dejar de preguntarme, ¿habrá cultura y experiencias artísticas en ese futuro virtual tan lejano pero cercano?
En el metaverso podremos vernos con amigos, ir a un concierto o a una función de ópera, inclusive en teatros que no existen en la realidad. Es cierto que, como cuando discutimos sobre la cultura en plataformas digitales, el metaverso no va a suplantar nunca la experiencia de la cultura viva. Nunca será igual sentir la respiración de un violinista antes de empezar a tocar o ver al bailarín y su esfuerzo por mantener el equilibrio. Al menos no podemos a través de una pantalla, y metaverso en este momento funciona con una realidad virtual que, cada día y a través de cada avance, parece mas cercana a la real.
Pero, además, plantea problemas éticos sobre la libertad. ¿Quienes gobiernan ese mundo del metaverso? ¿Habrá decisores y censuradores o todo será posible? Los artistas crearán obras para ese universo que serán muy distintas a las que estamos acostumbrados. ¿Habrá libertad de creación? El propio Zuckerberg, en su lanzamiento, muestra una obra de arte de un neoyorquino que se transforma en una experiencia inmersiva sin precedentes.
Los públicos globales ya están viviendo parte de su vida en el mundo virtual. 93% de los consumidores globales creen que la tecnología es el futuro, 76% afirman que sus actividades cotidianas dependen de la tecnología, y el 52% afirman que su felicidad depende de su performance digital.
Entremos en el metaverso actual. En China ya existe Luo Tianyi, una cantante que existe sólo en el mundo virtual y tiene millones de seguidores. En 2019 ya llenaba arenas siendo sólo un holograma y hoy puede cantarnos en nuestro mundo metaverso, pagando altísimos precios por ese derecho, obviamente. Ya podemos adquirir, en grandes casas de subastas, obras de arte digitales como NFT (Non Fungible Tokens). Y otras empresas del sector de las industrias creativas están desarrollando productos para esta nueva realidad. Tik Tok anunció en agosto la creación de su propia plataforma de realidad aumentada, Facebook tiene miles de empleados trabajando con realidad virtual desde sus casas, Google y Apple están desarrollando sus productos mientras Alibaba (plataforma asiática de venta online) tiene ya su tienda en el metaverso con venta de NFT. Las industrias creativas están desarrollando contenidos que puedan ser experimentados en esta realidad. Netflix presentó en 2021 una experiencia basada en Stranger Things, su exitosa serie original. El Festival de Cine de Tribeca también anunció que organizará un espacio para estas propuestas. Se están desarrollando cines en ese mundo y ya grandes empresas de la industria estan viendo el potencial de series y cortometrajes en RV y 360º, con animación o imagen real. Esto permitirá visionado de contenidos audiovisuales en grupo, con funciones de red social y experiencias interactivas. Y también las artes escénicas han empezado a desarrollar contenidos. La compañía española Cuarta Pared VR o The Under Presents en Estados Unidos. Y obviamente los museos que ya ofrecen visitas en VR.
La música en vivo, de la mano de Lil Nas X y Ariana Grande han realizado conciertos en experiencias sociales como Roblox o Fortnite, respectivamente. Recientemente, la aplicación Stageverse estrenó el primer concierto de Muse en RV. Algunas de las plataformas incluso ofrecen asistir a charlas del Dalai Lama o ver un partido de fútbol.
Ahora bien, son asombrosos los avances en todos los aspectos que imaginemos y aún aquellos que no imaginamos. Pero la cultura en vivo nunca podrá reproducir la experiencia en vivo. No lo digo solamente por el hecho artístico en sí, sino también por el ritual, el hecho simbólico de asistencia a un teatro, a un museo o a un cine a tener la experiencia social y colectiva. “El hombre es un ser social por naturaleza”, frase del filo?sofo Aristo?teles (384-322, a. de C.) que pusimos a prueba en la pandemia y los aislamientos voluntarios e involuntarios que experimentamos. El hombre y la mujer tenemos esa característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir. El metaverso no puede, de ninguna manera, ocupar la construcción colectiva de comunidad real, la que observa las lágrimas de otro espectador al ver un ballet, la que ve reir a un niño en una función de teatro e inclusive la que ve a ese espectador ofendido que deja la sala porque no es lo que esperaba.
Según Aristóteles se “es” en tanto se “co-es”. Y la cultura también ocupa ese espacio. La cultura es pero también co-es, se desarrolla integrada en la dimensio?n social de las personas, en comunidad desde que nace, resultando en la coexistencia. La cultura, las culturas, son co existencia y sólo en convivencia real se construye, basada en tradiciones tangibles e intangibles, con miradas reales que no necesitan de baterías especiales para cargarlas y seguir andando. Necesita de espacios de intercambio de verdad. Necesita de comunidad.
Bienvenido el metaverso, pero reafirmando la cultura presencial que coexiste.