La energía ideal

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Una de las mayores paradojas que vive la humanidad tiene que ver con la energía. Cada vez consumimos más, lo que nos obliga a emprender una carrera desenfrenada en procura de nuevas fuentes que resulten baratas, seguras y poco contaminantes.

Lo curioso es que habitamos la superficie de un planeta en cuyo interior (magma) funciona una gigantesca usina productora de calor, que se libera constantemente hacia el espacio.

Esa energía geotérmica es una fuente inagotable ubicada justamente bajo nuestros pies, que está disponible a lo largo y ancho del planeta. Siempre está activa, a diferencia de la energía solar o la eólica que dependen de sus ciclos naturales. Sin embargo, aún no hemos aprendido a aprovecharla como es debido.

Si bien son numerosos los países que la aprovechan con el fin de producir electricidad y abastecer los sistemas de calefacción urbana -con Islandia al tope que por sus singulares características geofísicas basa su sistema energético en la geotérmica-, sigue siendo una opción a todas luces subutilizada.

Pero hay que decir que en la actualidad son varias las investigaciones de alto nivel en curso, en procura de darle un protagonismo relevante al calor geotérmico.

El desafío mayor sigue siendo cómo llegar lo suficientemente profundo, en cualquier sitio del mundo, para aprovechar esa desbordante energía.

Uno de los enfoques más prometedores está en la llamada energía geotérmica profunda, porque pretende acceder a sus elevadísimas temperaturas, y presiones muy altas.

Proyecta perforaciones de hasta 20 km de profundidad para alcanzar temperaturas de 500º C o más, recurriendo a herramientas que provienen de otros sectores y se basan en años de investigación sobre energía de fusión nuclear. Experimentan con perforaciones usando microondas a frecuencias muy altas, capaces de vaporizar las rocas más duras, creando agujeros sin los escombros y la fricción de las técnicas de excavación tradicionales.

No utilizan las clásicas “brocas” de perforación del suelo; por lo tanto desaparece el clásico problema de su desgaste y la necesidad de reem-plazarlas.

Otra línea de investigación que avanza también en el intento de lograr un uso masivo de la energía geotérmica, es la que se basa en un sistema de conducción de agua fría (circuito cerrado) que se calentará bajo tierra y regresará a la superficie, aprovechando las elevadas temperaturas para calefacción y electricidad; funcionará como un radiador gigante.

El circuito cerrado optimiza el aprovechamiento térmico y evita problemas de contaminación en el proceso, que pueden ocurrir cuando se extrae agua sobrecalentada de pozos geotérmicos profundos -como ya le ocurrió a Islandia hace unas décadas.

Los expertos vaticinan que, cuando se alcancen perforaciones regulares de entre 5 y 10 km de profundidad, quizás estaremos en condiciones de dar la gran noticia: la disponibilidad de la tecnología que permitirá el acceso universal a la inagotable y omnipresente energía geotérmica, sin importar la localización geográfica de los países. Serán buenos tiempos para sociedades como la nuestra, que durante mucho tiempo dependió de la importación de hidrocarburos para producir, calefaccionarse y movilizarse.

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