Joe Biden comunicó oficialmente que se postula a la reelección. En 2020 parecía improbable que pudiera ganarle al entonces presidente Donald Trump. Históricamente el incumbente tiene ventaja y el empresario neoyorquino recurrió a la edad avanzada de su adversario demócrata para burlarse de los supuestos impedimentos “cognitivos” de Biden. Perdió, cediéndole a su rival el récord, que hasta ese momento lo exhibía él, del mandatario más longevo que ha ocupado la Casa Blanca.
Cuatro años después la historia se repite. Los estadounidenses están atrapados en el bucle de una elección que en 2024 podría reproducir el mismo dilema: la presidencia se la disputarían nuevamente dos señores muy mayores. Si Biden resultara reelecto, concluiría su segundo mandato a los 86 años. Trump no le va la zaga, pues ahora tiene 76. Antes debe imponerse en las primarias republicanas. Hasta ahora, todo indica que es el favorito frente a aspirantes más jóvenes como el gobernador de la Florida Ron DeSantis. El partido se ve en la encrucijada de continuar aupando a un personaje incómodo con juicios por acciones supuestamente indebidas.
Más allá de los reveses judiciales que enfrenta Trump, lo que preocupa a los votantes es la edad provecta de ambos aspirantes. De acuerdo a una encuesta reciente de NBC, un 26% apoya la candidatura de Biden frente a un 70% que piensa que no debería presentarse. La mitad de quienes se oponen a su reelección tienen en consideración el factor de la edad. Entre los propios demócratas hay reticencias.
Pero lo cierto es que a la hora de revivir el escenario de Biden contra Trump, muchos electores lo perciben como elegir entre el menor de dos males. Los dos acabarían sus mandatos a edades muy avanzadas. Trump no ha perdido ocasión para poner en duda, sin fundamento alguno, las capacidades del actual presidente. En todo caso, el exmandatario es el que ha mostrado un comportamiento errático y peligroso, poniendo en jaque al país con mentiras, teorías de conspiración y hasta incitaciones a asonadas. De ahí a que en su video de reelección Biden haya conminado a los estadounidenses a confiar en él una vez más. Su cometido es el de, con el apoyo de todos, “terminar el trabajo” (Let’s finish the job) que comenzó hace cuatro años.
¿A qué se refiere Biden? Sin decirlo con todas las letras (aunque las imágenes de un Capitolio asediado lo dicen todo), el presidente hace alusión a su papel de muro de contención contra el efecto devastador que el fenómeno trumpista ha tenido en la nación americana. Consciente de que el tiempo no juega a su favor, en 2020 señaló que su desempeño era el de tender un “puente”. Cuatro años después, de nuevo sus gastados hombros llevan la carga de librar al país de otro mandato bajo una figura ajena a las reglas de la democracia. En una hipotética contienda Biden-Trump, de ganar el primero, el trumpismo perdería el fuelle que le queda. Y Trump ya sería otro octogenario.
A pesar del escepticismo general, los demócratas piensan, apoyados por las encuestas, que Biden tendría la capacidad de derrotar nuevamente a Trump, no así a un oponente más joven. Por eso, en esta difícil disyuntiva, vuelven a apostar a que el “viejo” Biden consiga vencer al “viejo” Trump. En eso consiste, principalmente, la misión del actual presidente. No es cosa nimia.