La paranoia feroz de la dictadura de Maduro

Compartir esta noticia

“Tenemos un plan que no podemos revelar”, dijo con su voz serena y su mirada de abuelo cariñoso. Y a renglón seguido, afirmó que el 10 de enero ingresará a Venezuela y asumirá la presidencia que conquistó en las urnas y pretende robarle Nicolás Maduro.

Quienes lo escuchaban en Estrasburgo se habrán preguntado si de verdad ese hombre con algunos años menos de los muchos que aparenta, puede enfrentar y doblegar a un régimen facineroso. Una dictadura adiestrada por el G-2 (aparato de inteligencia cubano) en descubrir y desmantelar conspiraciones internas, de probada eficacia para mantenerse a flote en las más duras tempestades.

¿Podrá un señor mayor y la mujer que lo llevó a ese campo de batalla, lograr lo que no lograron disidentes jóvenes con mucha energía y vitalidad, como Leopoldo López y Juan Guaidó? Ellos habían anunciado la “fase final del régimen” en abril del 2019, convencidos de que los militares que habían sumado a la rebelión arrastrarían al grueso de la alta oficialidad, pero todo acabó en la nada. Lo que había ingresado a una “fase final” era el liderazgo de López y Guaidó.

Si el carisma y el vigor juvenil de los líderes del partido Voluntad Popular se hicieron trizas contra la muralla que blinda a la dictadura ¿por qué podría derribarla un viejo diplomático que no puede dar

imagen de furia porque no sabe fruncir el seño ni lanzar palabras amenazantes?

Quizá sea por eso mismo. Por su imposibilidad para disfrazar de ira flamígera su imagen de mansedumbre, es que el régimen ha comenzado a inquietarse por lo que pueda ocurrir el 10 de enero. Si no estuviera preocupado, no habría lanzado esta ola de detenciones de ciudadanos extranjeros.

¿Que un miembro de la gendarmería argentina cruce con los papeles en regla uno de los puentes que une Colombia y Venezuela le parece al régimen equiparable a una invasión? ¿Por qué fue apresado el ciudadano Nahuel Gallo?

Diosdado Cabello dijo que está bajo sospecha de espionaje, pero su único argumento fue que ingresaron a su Instagram y vieron que ha viajado mucho por el mundo y que no se explica cómo puede viajar tanto alguien que gana quinientos dólares mensuales. Después la cancillería venezolana dijo que era parte de un “plan terrorista” urdido por el presidente Javier Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pero nada añadió que justificase semejante acusación.

Demasiado poco para poder encarcelar a un extranjero. Ni siquiera se justificaría deportarlo a su país pero, en última instancia, eso sería más razonable que detenerlo por el sólo hecho de intentar ingresar, de manera oficial, habiéndose presentado por motu propio ante las autoridades aduaneras, con sus documentos verdaderos y siendo la razón de su visita reunirse con su mujer y su hijo.

Entonces ¿cuál es el objetivo de una decisión que acrecienta el aislamiento del régimen residual chavista?

La dictadura sabe que, desde su inocultable debacle en las urnas del pasado 28 de julio, exhibe un flanco débil que la disidencia interna y potencias adversas al chavismo residual intentarán aprovechar.

Así como se criminalizó con el correr del tiempo, el agravamiento del desastre económico y la creciente aversión en amplias mayorías de la sociedad, Maduro tuvo que incrementar hasta lo sofocante el control dentro del propio régimen, para evitar que las grietas se transformen en derrumbes incontrolables.

La paranoia natural de este tipo de dictaduras se acrecienta hasta el paroxismo cuando se acercan momentos potencialmente sísmicos, como parece perfilarse el próximo 10 de enero.

Otra hipótesis plantea que, temiendo tembladerales, la dictadura aprisiona extranjeros para usarlos como moneda de cambio si tiene que negociar en circunstancias drásticas. Como hizo con Alex Saab, el testaferro de Maduro que lavaba dólares obtenidos con el narcotráfico y la explotación ilegal del arco minero en la Cuenca del Orinoco.

Saab estaba preso en EE.UU. y fue liberado a cambio de diez norteamericanos apresados en Venezuela.

El régimen cuenta ahora con siete norteamericanos, dos españoles y también algunos ciudadanos peruanos, además del argentino, para negociar, ante una posible situación terminal para su poder dictatorial, o bien su continuidad, o bien salvoconductos para que sus jerarcas puedan salir del país con las riquezas saqueadas.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Anaconda en Uruguay.
Fuente: Alternatus Uruguay
0 seconds of 1 minute, 23 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
Próximo
Primeras imágenes del papa Francisco en el féretro
02:03
00:00
01:23
01:23