La piqueta fatal

Compartir esta noticia

Los uruguayos, es una tendencia universal, nos hemos convertido en una nación de viajeros que recorren el planeta, llenos de curiosidad e interés. Nos extasiamos con los clásicos paisajes de las grandes capitales y de los romántico pueblitos. París, con su severa simetría y sentido del conjunto, Londres, el Madrid de los Austrias, Roma. Y muchos otros lugares. Lo que más atrae son los centros históricos de esas ciudades.

La belleza, capacidad de evocación e intensa vida de esos lugares no es el resultado de una casualidad o un capricho del destino. No hace mucho, algunas de esas ciudades sufrieron etapas de destrucción sistemática (caso del París medieval demolido por Haussmann o las ciudades alemanas bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial). Su lozanía es el producto de inteligentes políticas largo plazo de protección, mantenimiento y desarrollo aplicadas por las respectivas autoridades locales y nacionales. En los países más civilizados, los edificios, el conjunto urbano, son considerados un elemento fundamental del patrimonio cultural e histórico de la nación. Además de constituir un atractivo turístico de primera relevancia económica.

Pero, aquellos mismos uruguayos que sueñan con su próximo viaje a Europa, no sienten igual preocupación por el patrimonio urbano histórico y cultural de Montevideo. La destrucción sistemática y deliberada de edificios de interés - denunció la ONG Patrimonio Activo en El País de la semana pasada - es un proceso que pasa por debajo del radar de la atención de la sociedad civil.

La pérdida de ese patrimonio común se produce por varias vías: como resultado del descuido y el abandono, las reformas hechas con mejores intenciones que resultados, y la demolición directa.

El fracaso es más notable es la Ciudad Vieja - una verdadera “tumba de los cracks” urbanísticos que han pasado por la Intendencia municipal. A pesar de las investigaciones, informes y relevamientos completados desde hace tiempo. Un reciente estudio comprobó que, por ejemplo, más del 40 % de los padrones de la calle Colón “presentan condiciones indeseadas para la vida urbana”. Basta una recorrida por el barrio histórico para comprobar que no es la única calle con problemas. Aunque es justo reconocer que algunos de ellos son compartidos con el resto de la ciudad, incluyendo la mugre, el grafiteo, la presencia de personas “en situación de calle”, y la inseguridad.

La decadencia de ese patrimonio histórico y cultural no se limita a la Ciudad Vieja. Patrimonio Activo mencionó siete casas en peligro construidas a fines del siglo XIX y principios del XX y ubicadas en los barrios Centro, Cordón, Palermo y Parque Rodó. Lo más interesante es que estarían protegidas por recientes normas municipales. El problema, explicó la ONG, es que la “Intendencia está dando permisos de demolición en forma indiscriminada. Se nota en los últimos años”.

Ese proceso irreversible es el producto de la falta de políticas y normas nacionales y municipales. Sin embargo, la norma solamente es un elemento y no siempre el más importante. La verdadera causa es cultural: la falta de información y conocimiento sobre nuestra sociedad, la insensibilidad hacia el entorno urbano, y, en muchos casos, una cierta resignación ante el permanente deterioro de nuestra ciudad.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar