JUAN MARTÍN POSADAS
El martes 17 tuvo lugar la presentación de un libro del Dr. Julio María Sanguinetti titulado "La Reconquista". Abarca el período de lo que habitualmente se conoce como la salida del régimen de facto, desde el plebiscito del 80 hasta las elecciones de 1984.
El libro recoge las dos visiones de salida posible que interactuaron en aquellos años y el desenlace posterior que estableció la preponderancia de una y la derrota de la otra. Las dos visiones -que contenían dos opciones políticas diferentes- eran: una la del autor del libro y otra la de Wilson Ferreira. Una ganó y la otra perdió y el libro -con cortesía pero sin ambages- se extiende para subrayarlo.
Los hechos son los hechos: después vienen las explicaciones. Circula desde aquellos tiempos el argumento que la posición de Wilson era descabellada y extrema. También se sostiene (con paternal benevolencia) que la distancia no le permitió a Ferreira una apreciación realista de las circunstancias internas del país. Nada de eso es cierto. Wilson estaba en Europa, es cierto, pero no sólo contaba con la información de quienes estábamos en el país sino que conocía los documentos de la multipartidaria y las manifestaciones populares de elocuencia indiscutible como el acto del Obelisco.
Wilson no pretendía una capitulación incondicional de los militares ni esperaba que se constituyeran espontáneamente en prisión aquellos que habían violado los derechos humanos. Lo que pretendía, aquello por lo cual bregaba denodadamente él y quienes lo secundábamos desde acá, no sólo era necesario, sino que era factible, a poco que se pusiera convicción y un poco más de presión: pretendíamos que las elecciones anunciadas y para las cuales había fecha marcada, fueran elecciones limpias, abiertas a todos (donde Sanguinetti no compitiese contra un candidato proscripto y otro encerrado en un cuartel).
Eso no se consiguió; es un hecho. En cuanto a las interpretaciones caben varias. El pacto del Club Naval -que es el acuerdo de salida pactado entre los militares, el Partido Colorado, el Frente Amplio y la Unión Cívica- es una sutil arquitectura política, de nivel florentino, donde encajan perfectamente entre sí las necesidades de todos los pactantes y ninguno paga nada. Los militares se aseguraban que el próximo Presidente sería el menos hostil de los posibles, el Partido Colorado se aseguraba una elección en la que sus rivales de riesgo estaban impedidos de competir, y el Frente Amplio, tan sospechado hasta ese momento de coquetear con la guerrilla, volvería a adquirir respetabilidad política al sentarse a la mesa con tan intachables co-comensales. Naturalmente, para que todo eso no se viniera abajo había una condición: Wilson tenía que permanecer confinado en el cuartel de Trinidad hasta después de las elecciones. Todo pacto tiene una cláusula de garantía: en este caso la garantía fue esa.
Wilson reconoció que había perdido, desde el cuartel mandó votar de todos modos y cuando regresó libre a Montevideo, aquella noche calurosa e inolvidable del primer jueves de diciembre, se volcó en el maravilloso discurso de la explanada municipal. No conozco mayor gesto de grandeza y desprendimiento en la historia política del país. No sólo no cobra ninguna cuenta -ni en ese momento ni después- sino que ofreció gobernabilidad a ese gobierno recién nacido y así nacido. La tapa del libro "La Reconquista" debería tener una foto de Wilson.