Una consecuencia inesperada atribuible a la crítica sequía que acaba de superar el país, es la crisis ambiental que padece la laguna Garzón.
Registra una descontrolada proliferación vegetal y bacteriana que literalmente está “matando” a la laguna. La responsable es una planta acuática sumergida (Myriophyllum quitense Kunth), nativa y habitual en las lagunas costeras uruguayas, que en este caso se está comportando como “planta invasora”.
Todo comenzó a percibirse a finales de 2022 y fue avanzando hasta afectar a todo el cuerpo de agua, rompiendo el equilibrio natural de la laguna.
En enero de 2020 comenzó en nuestro país la sequía más grande de los últimos 70 años. La emergencia hídrica fue levantada recién en agosto de 2023.
Ese angustiante período de falta de agua ocasionó que no ocurriera la apertura regular de la barra de la laguna, impidiendo la salida de agua dulce hacia el océano y el ingreso de agua salada a la laguna. Se perturbó el equilibrio natural que establece la mezcla de aguas.
Al no elevarse la salinidad de la laguna la planta que nos ocupa encontró condiciones muy propicias para su reproducción sin control.
A ello hay que agregarle la confluencia de otros factores coadyuvantes como el ingreso a la laguna de restos de fertilizantes solubles en agua, utilizados en las zonas aledañas (fósforo y nitrógeno) y concentrados por sequía.
En estas condiciones se da un círculo vicioso ocasionado por la proliferación vegetal, su mortandad y descomposición (también de peces), el consumo de oxígeno del agua profunda provocado por la putrefacción, liberación de nutrientes y proliferación bacteriana (cianobacterias).
Mientras el fenómeno avanzó durante la sequía, se fueron acumulando en el fondo de la laguna cantidades importantes de restos orgánicos, los cuales deberán removerse lo más rápido posible.
¿Cómo se restablece el equilibrio? La primera medida debería ser la apertura de la barra de la laguna, cuando estén dadas las condiciones adecuadas para que ocurra el necesario intercambio de aguas lacustres y oceánicas.
Este es un tema que tiene en vilo a los vecinos de la zona -desesperados por el profundo deterioro ambiental que están padeciendo-, reclamándoles a la autoridades nacionales y departamentales que “hagan algo urgente”.
Con el ingreso de una determinada proporción de agua oceánica, el incremento de la salinidad de sus aguas tendría que hacer retroceder a la planta “invasora” hasta sus límites naturales.
Pero además será necesario realizar una cosecha mecánica de las plantas, retirándolas de la laguna para evitar su muerte y descomposición.
También es necesario que el Ministerio de Ambiente incremente los controles -y los haga más minucioso- de usos de agroquímicos en los campos de la cuenca de la laguna, para evitar que una parte importante de ellos llegue finalmente a las aguas de la Garzón.
Estamos muy preocupados por la salud ambiental de una de nuestras áreas naturales protegidas que está seriamente amenazada. Hay que actuar con celeridad y profesionalidad para restablecer el equilibrio ecológico y recuperar su biodiversidad.