Ganó Milei y en sus primeros pasos parece más orientado de lo que muchos suponíamos. Sin embargo la tarea que enfrentará es colosal. Son muchísimas las cosas que podrían salir mal y hacerlo fracasar.

Hace una semana discutía en este espacio qué tenía que pasar para que podamos ser optimistas con Argentina. En la eventualidad que ganará Milei, mi optimismo estaba sujeto a que “la casta” macrista tuviera un rol sustantivo en el gobierno. La capacidad de Milei de institucionalizarse y politizarse, creo es condición necesaria para caminar con algún grado de éxito estos primeros meses. Trataré de explicar las dos grandes tensiones sobre las que tiene que caminar el nuevo gobierno estas primeras semanas.

La primera gran tensión es la relación con Macri y la “parte afín” de Juntos por el Cambio. Milei tiene que demostrar que cuenta con la capacidad de incluir a este espacio en su gobierno y construir con ellos un acuerdo. Sin ese respaldo político el Parlamento será el cementerio de sus ideas. Pero también Milei tiene que seguir mostrando que manda él, y no Macri. Poner ministros macristas en áreas claves no puede significar ningún tipo de duda sobre su liderazgo.

La segunda gran tensión es moderarse en algunos temas sin perder su identidad. Si el nuevo presidente no está dispuesto a relativizar sus posiciones en temas como China o Brasil, y a postergar algunas de sus ideas como la dolarización, corre un enorme riesgo de volar por los aires. Pero la gente lo votó para hacer cosas disruptivas, y para no decepcionar a su base tiene que “mostrar los dientes”. En este asunto creo que Milei muestra más habilidad de lo esperado. Por ejemplo el miércoles en la noche tuvo palabras amables hacia el presidente chino, y hace algunas horas se supo que el presidente del Banco Central no será quien diseñó su plan de “dolarización”. Pero al mismo tiempo recorre los medios avisando que su ajuste será de shock y no admitirá ningún déficit fiscal.

Todo esto son condiciones necesarias y desde luego no suficientes. La magnitud de la tarea que tiene por delante es enorme pero la apuesta parece clara. Milei tiene un tema en el que no puede fracasar: bajar la inflación. Para todo el resto de cosas podrá haber explicaciones y complejidades adicionales, pero fracasar en ese ítem será simplemente inexplicable para alguien que basó la construcción de su candidatura en el tema.

El plan es tan simple como difícil, tanto técnica y políticamente. Debe implementar un enorme ajuste fiscal, desarmar “la bomba” de las leliqs, desarmar el cepo cambiario y corregir los precios relativos. Todo esto implica, sí o sí, más inflación y sufrimiento durante varios meses. Si el plan es creíble, sostenible y está bien diseñado; Milei puede soñar con empezar a ver la luz a finales de 2024. Si por algún motivo, el plan fracasa, son otras las cosas en las que va a tener que empezar el presidente electo.

En sus primeros pasos Milei mostró más aplomo y habilidad de la que yo hubiera esperado. Pero la agenda de política económica que le espera sigue siendo muy compleja política y técnicamente. Creo que la mayor parte de la suerte de su gobierno se juega el primer año, en su capacidad de atravesar el desierto y empezar a ver la luz de la estabilidad económica.