Las internas

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El resultado de las elecciones internas arrojó algunas sorpresas, imprevistas por las encuestadoras. No en lo que refiere al número de votantes que apenas llegaron al 36% de los inscriptos. Un porcentaje en principio decepcionante para el Uruguay, el país que más apoya a la democracia en todo el continente. Dicho sea esto sin que pueda generalizarse lo ocurrido, desconociendo que el F.A, por sí solo, logró un porcentaje de algo más del 40% de ese universo. Por lo cual, si como corresponde, lo consideramos como una coalición permanente, iguala en porcentaje a lo obtenido por la coalición republicana. Pese al pronunciado descenso de este agrupamiento.

Por eso es válido afirmar que la escasa participación se debió a la baja performance electoral de los partidos que integran la coalición republicana. Si éstos hubieran mantenido su anterior votación, la del 2019, habrían sufragado alrededor de un 45% de los ciudadanos. Un porcentaje que considerando la no obligatoriedad de estas elecciones, habría resultado aceptable pero que a su vez abre un profundo interrogante: ¿Por qué se redujo tan ampliamente la votación de este grupo? ¿Será, como se repite, porque en él no existía confrontación, como ocurría en la coalición opositora? ¿O podrá explicarse por razones más profundas, relacionadas con el devenir de los partidos tradicionales en el Uruguay? ¿O acaso será que sus candidatos no entusiasmaron?

No es sencillo contestar este interrogante. Si bien los partidos ya no son los que eran, todos ellos se mantienen vivos, aunque sea, como decía Clemenceau, “sin demasiado entusiasmo.” Sin embargo, no alcanza con alegar que la escasa votación republicana se debió a la naturaleza misma de las internas de los partidos, que muchos sostienen que únicamente se deberían dirimir en el seno de los mismos mediante convenciones o procedimientos similares, con intervención exclusiva de los efectivamente interesados en estas colectividades. ¿O que a ello contribuya, como se repite en nuestro caso, su naturaleza no obligatoria? Ninguna de tales hipótesis explica tan súbita caída de una elección interna a otra. Especialmente cuando es conocida la adhesión de la ciudanía al actual gobierno del cual la coalición oficialista se dice representante.

Lo que resulta indubitable es que la relativa baja concurrencia general, contrariando pronósticos, no se dio en el caso de Orsi, aunque sí lo hizo con Delgado, el Partido Colorado y Cabildo Abierto. Si estas predicciones fueran correctas, nos enfrentaremos en octubre a un final reñido, con leve predominio frentista, del cual estas internas no son más que un adelanto, no demasiado predictivo, en tanto sus mayorías no necesariamente se corresponden con las que arrojan las elecciones generales de octubre y eventualmente noviembre. Pero que aún así abren un profundo interrogante.

En cuanto a la sorpresiva elección de Valeria Ripoll para completar la fórmula del Partido Nacional, puede decirse que constituyó una sorpresa mayúscula y una jugada arriesgada. Ripoll pinta como una mujer inteligente de reacciones rápidas y buena contendiente para debatir. Si además aportará votos para las arcas blancas, necesitadas de ensanchar su oferta, ello sólo lo podrá contestar el futuro.

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