Libertad en el trabajo

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La libertad protegida en la Carta Magna es la de cada individuo, no debería perderse esto de vista cuando se legisla, porque, en la realidad, muchas normas limitan la libertad y los derechos, si es que hay razones de interés general para ello. Son muchas las veces que se prioriza intereses de grupos con posibilidad de influir en el poder sobre los intereses y derechos individuales.

Imponer a los individuos normas obligatorias sólo porque el gobernante de turno considera, aun como buena intención, que es lo mejor en tal o cual área del accionar social o individual no es correcto.

Este concepto es de vital importancia en todos los órdenes de la vida, en este caso haremos foco en el tema de la libertad de los trabajadores individualmente considerados.

Está en agenda la limitación de la jornada laboral a seis horas.

La expresión “está en agenda” da la falsa impresión de haberse ya discutido y casi consensuado el tema, cosa que dista de ser real. Los argumentos de dar mayor descanso a las personas para destinarlo al esparcimiento y a la familia suele adolecer de total falsedad.

En primer lugar, rebajar la jornada laboral sin rebajar los sueldos no es más que un aumento de sueldo sin ningún sustento, ni de mayor productividad real, ni de causas inflacionarias, sólo es una medida demagógica probablemente para ganarse la simpatía de algunos trabajadores.

No precisa explicarse que ello aumenta el costo a las empresas, a las grandes que deberán sumar más recursos humanos y de acuerdo con las normas vigentes, no podrán pagar sueldos menores que a los antiguos trabajadores, por lo que se aumentará el costo laboral de todas las horas de la jornada.

Probablemente para muchas de las pequeñas empresas les será imposible soportar el costo incremental. Es así que, como siempre, se pedirá un mayor esfuerzo en subsidios al Estado, claro que este no produce riqueza. Por lo tanto, acudirá a las rentas de los privados que ya las verán menguadas por el impacto de la reducción de la jornada. Se sumará al costo directo de los subsidios el de administrar lo recaudado, calificar las empresas y repartir los recursos.

Me pregunto que si es lógico imponer a todos los rubros, actividades y tamaños de empresas que se vean obligadas a semejante reestructura interna para tener mayores costos y disminuir ingresos, no lo parece.

En segundo lugar, desde el punto de vista de los trabajadores, en rubros en los cuales ya rige la jornada de seis horas, en vez de trabajar ocho horas muchos realizan doble turno de seis, con lo que ello significa de esfuerzo personal.

¿No sería de buena técnica que de una vez por todas se reglamentara el funcionamiento de los sindicatos para conocer por lo menos lo que piensan los trabajadores y se tomarán las decisiones por mayoría absoluta de presentes y con quórums mínimos obligatorios de asistencia a las asambleas?

Tal vez más que discutir la duración de la jornada se debería analizar la posibilidad de compensar horas dentro de un período determinado, dando la posibilidad al trabajador de tomarse horas para cuando le es necesario, sin que se las descuenten, ya que permitir que se compensen las horas no trabajadas en otro día implicaría tener horas adicionales generando, o bien pago de horas extra o asumiendo un riesgo laboral.

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