Lo mejor de la vida

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Cuba me inspiró como a todos los jóvenes de América Latina, que vemos en Cuba lo mejor que te puede pasar en la vida, que es liberarte”. Con esas palabras, pronunciadas en una entrevista que le hizo Jorge Balmelli en el programa Al Weso, Micaela Melgar, diputada por el PCU, me ayudó a salir del táper en el que viví durante 48 años.

Gracias a Melgar pude entender las cosas como realmente son. Y lo quiero compartir con ustedes: Lo mejor que te puede pasar en la vida es vivir en una democracia “diferente”, y no en esta uruguaya común y silvestre. Tan vulgar que una vez cada 5 años, cualquier ciudadano con 18 años cumplidos puede elegir a sus gobernantes mediante el voto libre y secreto. Así nomás. ¡Como si ese ciudadano tuviera idoneidad para hacerlo y no entendiáramos que hay burócratas que lo harían mucho mejor!

Pero hay algo más lamentable. Y es que cada voto tiene el mismo peso a la hora del conteo. ¡Todos valen uno! Lo haya puesto en la urna un hombre o una mujer, el Presidente de la República o el de Miramar Misiones; un empresario millonario, una persona en situación de calle, una chica trans o un machirulo. Incluso, créalo o reviente: un comunista o un liberal. Esta democracia “no diferente” nuestra tiene el delirio de considerar que todos valemos lo mismo.

Además, atenti, respeta la independencia de poderes. Y eso, como todo el mundo sabe, ¡no inspira a nadie! En Cuba, en cambio, no se respeta. Se lo dijo Lacalle Pou a Diaz Canel en una junta de mandartarios y el dictador cubano lo aceptó sin decir ni mu. Eso del que calla otorga, ¿vio? Pobre Luis, ni idea tiene qué puede inspirar a un joven. En cambio la legisladora Melgar, que estudió en New York y además se leyó todos los libros comunistas que había en la biblioteca familiar, la tiene clarísima. Con semejante bagaje cultural, debe saber muy bien que a los jóvenes no les gusta éso de andar respetando. Muchos menos separaciones de poderes. La juventud es irreverente por naturaleza y siente que lo mejor que le puede pasar en la vida es un sistema sin esa patraña de los poderes pero con un buen aparato represor. Que presiona a la gente de a pie para que denuncie a sus vecinos disidentes, igual que la dictadura uruguaya presionó a los comunistas locales en los años 70 para que delataran a sus compañeros en épocas donde las cosas se hacían como era debido, sin esa bobada de la separación de poderes o el respeto a la libertad ideológica.

Y qué decir de los derechos humanos. En Cuba no existen y eso es otra gran fuente de inspiración. Qué derechos humanos piensa usted que le caben a un gusano que quiere irse a Miami a vivir una vida de lujos capitalistas. De championes coloridos. De potentes automóviles que queman petróleo a mansalva.

Esa gente no son otra cosa que tilingos superficiales que se dejan deslumbrar por los falsos paraísos del capitalismo y no entienden que el Hombre Nuevo no empilcha a la moda ni maneja coches modernos. Que un overol gris y una chiva desvencijada le basta y sobra. Que la naturaleza humana, madre de la ambición de progreso que nos condujo de las señales del humo al Iphone 15, es un señuelo del sistema capitalista para captar bobos.

Melgar me ayudó a ver que Uruguay tiene que cambiar. Por eso la fórmula del FA, con un tupamaro y una comunista, son la opción para dejar de ser una democracia vulgar y silvestre. Queremos inspiración. Liberarnos. Como los cubanos. O venezolanos.

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