Lo que el viento trae

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Hace muchos años, de cuando “como el Uruguay no hay˝, en una muestra sobre el “estado de satisfacción poblacional˝, la mayoría de los uruguayos, estimó que lo que más le preocupaba era el viento. No el futuro de la economía, la economía personal o familiar, el desempleo, la seguridad, nada de eso: el viento.

Hoy hay otras inquietudes. Pero, sin embargo, en un rubro, la temperatura, los uruguayos están pendientes del dato sobre la sensación térmica, y actúan en consecuencia. Y para esta el viento es clave. Hay quienes, eso de la sensación térmica, les gusta asociarla al estado de la opinión pública. Para algunos temas: poca técnica y mucho olfato.

Por ejemplo, muchos de los allegados con los que hablo que entienden del tema creen que la sensación térmica respecto a la seguridad y la violencia es mejor que lo que dicen las encuestas y lo que muestra la televisión.

Está bien que el Ministerio del Interior informe a la ciudadanía, esa es su obligación. Lo que no está bien es que a partir de esa información surjan coros de críticas o apoyos y que se digan sandeces como por ejemplo lo del avance del narcotráfico; sí es cierto, avanza aquí y en todo el mundo y trata de llenar a tiros, sangre, y billetes cuantos espacios se le presentan. Todos los sabemos, esperamos que hagan algo y no se enfrasquen en debates y discurso vacíos e hipócritas. En cuanto a la TV no veo mucho, pero notoriamente la información policial ocupa un gran espacio: buena demanda seguramente, pero no forma opinión.

Las cifras del ministerio en alguna forma avalarían esa mejor “sensación térmica˝, respecto a la seguridad: bajaron los hurtos, las rapiñas, abigeato, hurto de vehículos, delitos que tocan de cerca a la gente; antes sucedían más. El aumento de los homicidios y la violencia no se perciben como algo que a uno le puede suceder -aunque en casos sucede y es trágico- pero uno no sale de su casa pensando que le podría pasar algo así. Es triste sí que en Montevideo haya barrios y lugares por donde no se conseja no ir. “Territorios liberados” eso era cosa de otros países.

Esa sensación térmica, ese estado de satisfacción o insatisfacción de la ciudadanía y que las encuestas no reflejan, son en definitiva lo que decide las elecciones en los países democráticos. Me lo decía Juan Lintz, profesor de Yale: el grueso de la gente, que no milita, sin pertenencia política, resuelve su voto una semana antes y no porque alguien le diga Ud. tiene que votar por tal o cual candidato, sino que vota por lo que más le conviene a él y a su familia. Y está bien que sea así decía Lintz: es la única forma de saber que es efectivamente lo que el pueblo prefiere.

La gente no es de izquierda, centro o derecha, como se cree. Eso se sabe cuando votan.

El actual gobierno ha mantenido un respaldo del entorno del 50% de la ciudadanía, más allá de los escándalos y eso porque han mejorado los salarios, la población está teniendo además algo “de plata dulce” y no se ocupa en pensar que se paga después; en los momentos difíciles se ha manejado con firmeza respetando la libertad y ha sido un gobierno responsable frente a los grandes temas (BPS).

Sin embargo no sé por qué desde el oficialismo ahora se habla de pescar en otras peceras, de cambios de paradigmas -¿de modelo?-. Hasta el presidente se ha plegado: muy amigo del Estado y bastante menos liberal que antes ¿Será esa una buena lectura?

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