Cuando, el día 29 de agosto pasado salió a la luz un documento suscrito por 112 profesionales autodenominados “Frenteamplistas por el No”, señalando, en términos radicales y fundamentados, las gravísimas consecuencias que tendría la aprobación plebiscitaria de la reforma constitucional proyectada por el Partido Comunista junto con la cúpula del Pit-Cnt, todos tuvimos una sensación de alivio, pues la autoridad científica de los numerosos firmantes parecía poner punto final a la controversia dentro del Frente Amplio.
También desde la prensa, se daba por sentado que con la opinión de la “academia” frenteamplista -lo que incluía más de cien firmantes, y el prestigio que hacia la interna tenían muchos de ellos, ocupando cargos de responsabilidad en las administraciones anteriores - la suerte de la iniciativa estaba definitivamente sellada.
La esperanza de racionalidad coincidía, además, con que el presidente del Frente Amplio, en declaraciones realizadas el 24 de marzo anterior, luego que el Plenario ratificara las bases programáticas, se había llenado la boca afirmando que el “Proyecto Programa” lo habían construido con “más de mil científicos y científicas, gente de la academia” para atender -entre otros- “el tema de la seguridad social y pensar en una seguridad social sustentable a 30 años”, con lo que parecía indicar que la ciencia era la que marcaba el camino correcto.
Sin embargo, a solo seis días de publicado el documento de los Frenteamplistas por el NO, el 4/9, el Pit- Cnt. realizó un acto en el Teatro Odeón con la principal finalidad, más que de controvertir el documento, de agraviar y arredrar severamente a los 112 autores.
Ni el tono extremadamente agresivo ni la estrategia, nos deben sorprender, porque el único orador fue Marcelo Abdala, presidente del Pit-Cnt, dogmático comunista ortodoxo y permanente defensor las dictaduras de ese signo, que no respetan la libertad científica, sino la “verdad oficial”, a quien todos recordamos por su vergonzosa alcahuetería a Maduro, en una visita a Caracas, registrada en un video ampliamente difundido en las redes.
Solo para dar alguna pauta de la censura, a lo largo del discurso desarrolló las siguientes diatribas “ad hominem”: “Buscan generar miedo en la gente y presentar una catástrofe ante un triunfo popular”… “Nos lastima el alma lo que han establecido, desde ese pedestal del Olimpo que subestima a la gente que vive, trabaja, lucha y palpita”… “Nuestra labor es decirles, ante sus llamados a ser pacatos y no aspirar a la felicidad pública ni a convertir en realidad los derechos de la gente: La verdad es que siento no agradarles, los saludo, me quito el sombrero y los dejo viajando en el Parnaso como ratas alegres en el queso”.
Y bien, ¿qué hicieron los 112 científicos frenteamplistas que elaboraron el documento por el NO, luego de ser maltratados de tal forma? Para sorpresa del Uruguay entero: nada.
Ni siquiera les salió al cruce el Ec. Mario Bergara, que desde el inicio de la iniciativa de recolección de firmas, en setiembre de 2023, había advertido la eventual catástrofe que sobrevendría de sancionarse la reforma, lo que constituyó una de las principales banderas suyas y del “seregnismo” durante la campaña de la interna.
Simplemente, callaron, con excepción del Ec. Gabriel Oddone, que fue a más, y reculó ostensiblemente al relativizar públicamente los efectos dramáticamente negativos que se habían señalado en anteriores declaraciones suyas y, en particular, en el documento que él suscribió y, seguramente, ayudó a redactar, afirmando que no sería el “fin del mundo” y que él podría neutralizar los efectos, de ser el ministro de Economía.
En el Frente, muerto Danilo Astori, sólo Mujica quedó para hablarle claro a la gente y -sin medir costos políticos- calificó los efectos de la reforma como el “caos”.
En particular, el episodio demuestra claramente varios hechos.
El primero, que el Partido Comunista le ganó la cuereada a los sectores mayoritarios del Frente, pues instalando la absurda tesis de la “libertad de acción” y, merced a ella, a través de una campaña burdamente demagógica -como lo es ofrecer ganar más y trabajar menos- en cualquier caso, logrará que la lista 1001 vote muy por encima de sus posibilida-des, robándole sufragios -y bancas parlamentarias- a los que no ensobran el Sí.
El segundo, que, adicionalmente, los sectores mayoritarios junto con los 112 de la “academia” frenteamplista, toleran, en silencio cómplice, que se perpetre una estafa colectiva contra todos los compatriotas, pues el texto de la reforma promovida, no solo les promete ganar más y trabajar menos, sino que les garantiza que, además, mantendrán, sin “menoscabo”, todos los derechos y beneficios que les asegura la legislación vigente, lo que resultará -nadie puede ignorarlo- absolutamente imposible.
El tercero, no menos grave, se trasunta en el sorprendente silencio de los Frenteamplistas por el NO.
¿No tenían nada que responderle a Marcelo Abdala? ¿Acaso este tenía razón y ellos -los 112 profesionales en economía- estaban totalmente equivocados y eran “como ratas alegres en el queso” cuando presentaron sus severas conclusiones acerca del gravísimo daño colectivo que causaría la sanción plebiscitaria de la reforma?
El cuarto hecho, revelado simultáneamente por la acción del nuevo inquisidor vernáculo, el escandaloso silencio de los firmantes -y la implícita retractación de Oddone- es, todavía, más serio.
¿No les consta que la ciencia tiene como esencial objetivo la búsqueda y defensa de la verdad y los que se dedican a la investigación científica deben estar dispuestos a sostenerla siempre?
Ni siquiera atinaron a expresar un tímido “e pur si muove” como se le atribuye a Galileo, a quien el inquisidor de entonces, el cardenal Bellarmino, amenazó con la pena de muerte si no se retractaba.
Si acaso llegara a ratificarse plebiscitariamente la reforma, solo les quedará, a los “académicos”, en pública ceremonia quemar en la hoguera sus diplomas y al Frente Amplio, como partido político confesarse responsable de haber causado el más grave daño a la sociedad uruguaya, permitiendo que se engañase impunemente a nuestros compatriotas.