Maduro en el Catatumbo

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La guerra que se está produciendo ahora mismo en el Catatumbo no es nueva ni finalizará el día -que debería ocurrir durante las próximas semanas- en que las fuerzas armadas de Colombia tomen el control militar de la zona. Continuará inexorable, eso lo saben todos los involucrados, incluso el Estado colombiano.

Hay que recordar que el Catatumbo es una rica región de aproximadamente 5.000 kilómetros cuadrados, que está ubicada en la zona norte del Departamento Norte de Santander -cuya capital es Cúcuta-, y la parte sur del Departamento del Cesar -Valledupar es su capital-. Hacia el oeste se extiende, de forma natural, hasta el lago de Maracaibo. Ese es el argumento por el que, en libros de geografía y en los usos del periodismo, a menudo se habla del Catatumbo como una región transfronteriza.

Las razones por las que el Catatumbo es un territorio en disputa son muchas y están relacionadas con su geografía. Mencionaré las dos más importantes. En primer lugar, es una zona de comprobadas riquezas naturales. Además de combustibles fósiles como petróleo y carbón, y de minerales como uranio, sus suelos son extraordinariamente fértiles -de hecho, es una región habitada por miles de pequeños productores agrícolas y ganaderos-, y en sus ríos son numerosas las especies comestibles. Es, huelga decirlo, un espacio apetecible. En segundo lugar, es una zona fronteriza, con todas las consecuencias que ello puede tener en este siglo XXI cuando del lado venezolano el poder lo detenta desde hace un cuarto de siglo un régimen delincuente.

La proximidad con Venezuela ha sido un factor de mucha atracción para los grupos ilegales, que han escogido la zona como aliviadero y guarida, y también para cometer crímenes en uno y otro lado de la frontera.

Hasta la hora en que escribo este artículo, las muertes ocasionadas por los combates entre las disidencias de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional -ELN- podrían ser más de 100, los desplazados más de 32.000.

El propósito de la narcoguerrilla es erradicar los programas de paz e instaurar en el Catatumbo un reino de terror, fuera del control del Estado, que le permita ejecutar sus operaciones de narcotráfico.

Sin embargo, todavía hay un hecho sustantivo que sumar: sostengo que la que se libra en el Catatumbo es también una guerra de Maduro. Cuando él accede al poder en 2014, el vínculo predilecto del chavismo era con las FARC. Sin embargo, tras los acuerdos de La Habana, las relaciones con el ELN se potenciaron muy rápidamente. Entre 2015 y 2023, el ELN desplazó, de forma fija o por temporadas, a la mitad de sus integrantes al territorio venezolano. Se les protegió militarmente; se les contrató para hacer operativos de desalojo de zonas mineras; el régimen los ha usado para amedrentar y atacar a la oposición democrática; les han entregado el control militar de varios municipios en el sur del territorio.

Maduro ha sido por más de cinco años, esto hay que repetirlo, el responsable del fortalecimiento de la estructura organizativa, logística y militar del ELN. También es, esto es lo esencial, la intromisión descarada y muy riesgosa del régimen de Maduro en la seguridad, la estabilidad y la vida pública de Colombia.

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