Es del caso analizar este documento de 1848 donde Marx y Engels se refieren a los célebres diez puntos para que explote por los aires el capitalismo.
Primero, reformas agrarias de diversa naturaleza al efecto de que el aparato estatal se establezca como árbitro del uso y disposición: “apropiación nacional de la tierra y aplicación de la renta a las necesidades del Estado”. Como es sabido hay solo dos maneras de decidir acerca del empleo de la tierra, vía el proceso de mercado en el que los que asignan ese recurso fundamental en concordancia con lo que reclaman los consumidores o a través de la imposición del gobierno basado en criterios políticos.
Segundo, “un gran impuesto progresivo”. En materia fiscal hay dos formas de gravar: la proporcionalidad y la progresividad. Lo primero significa que todos se hacen cargo de la misma tasa o alícuota y, desde luego, el que manifiesta mayor capacidad de pago abona más en valores absolutos que el de menor capacidad de pago. Sin embargo, la progresividad se traduce en que la tasa o alícuota crece a medida que crece el objeto imponible. Esto se traduce en cuatro efectos centrales: obstaculiza la necesaria movilidad social puesto que los que vienen ascendiendo en la pirámide patrimonial se los castiga más que proporcionalmente lo cual no permite que los que están en el vértice y no sirven a los intereses de su prójimo bajen con la rapidez necesaria y, como queda dicho, los que vienen ascendiendo desde la base suban con la rapidez necesaria. El impuesto progresivo también altera las posiciones patrimoniales relativas, es decir, el consumidor al comprar y abstenerse ha hacerlo va estableciendo ciertas posiciones patrimoniales lo cual es contradicho con el impuesto progresivo, al contrario de la proporcionalidad que deja las posiciones relativas inalteradas. El impuesto progresivo es regresivo puesto que recae especialmente sobre los más vulnerables ya que las tasas de inversión que generan los más pudientes se ven reducidas por la progresividad lo cual contrae salarios e ingresos en términos reales ya que las tasas de capitalización constituyen la única causa de mayores salarios. Por último, la progresividad es un castigo progresivo a la eficiencia, se declama que se debe ser más eficiente para producir y cuando esto ocurre se pena la eficiencia.
Tercero, “suspensión de la herencia”. Hay una metáfora tomada del deporte que dice que los participantes en una carrera de cien metros llanos deben partir en las mismas condiciones y que el esfuerzo de cada cual se vea reflejado en los resultados de la carrera según sea la perfomanse de cada uno pero que no se le de ventajas a unos por el hecho de haber recibido una herencia que los pone en mejor situación respecto a sus competidores. Como bien se ha señalado esta metáfora es autodestructiva porque a poco andar los que hicieron el esfuerzo en la pista y llegaron primeros se les aplicará la guillotina horizontal a sus herederos en la próxima carrera con lo cual habrán constatado que su esfuerzo fue inútil. El ataque la herencia es una formidable herramienta contra el ahorro pues desaparecerá el incentivo si es expropiado con lo cual el empobrecimiento es seguro.
Cuarto, “confiscación de la propiedad de los emigrados y de los rebeldes” lo cual en el contexto moderno significa confiscar especialmente a los opositores y dentro de esta categoría a los “rebeldes” en el periodismo.
Quinto, “centralización del crédito en manos del Estado por medio de un banco nacional formado con el capital del Estado y un monopolio exclusivo”. Esto es la banca central y el curso forzoso, los banqueros centrales están embretados entre solo tres avenidas en sus decisiones: expandir, contraer o dejan inalterada la base monetaria. Pues cualquiera de los tres caminos necesariamente desfigurará los precios relativos que son la única información para saber donde asignar económicamente los siempre escasos recursos.
Sexto, “centralización de todos los medios de comunicación y transporte en manos del Estado” (siempre estado con mayúscula e individuo con minúscula). Este consejo se lleva a cabo a raíz de controles a las empresas de comunicación y transporte, incluso actividades aparentemente alejadas como el servicio de taxi está sujeta a disposiciones gubernamentales en cuanto al monto de la tarifa, los horarios de trabajo y el color con que deben estar pintados sus vehículos lo cual revela que el título de propiedad es irrelevante ya que los verdaderos propietarios son los burócratas de la respectiva ciudad.
Séptimo y noveno se traducen en enfatizar lo dicho en el primer punto respecto a la tirria contra el sector agrícola. Octavo, “la organización de ejércitos industriales” en materia laboral se refiere a los sindicatos establecidos de modo autoritario respecto a la representatividad, afiliación y conexos. Y décimo “educación pública y gratuita para todos” para lograr el adoctrinamiento vía ministerios de educación para imponer estructuras curriculares con el disfraz de la gratuidad que como se sabe es inexistente puesto que nada es gratis alguien se hace cargo y en este caso son principalmente los más necesitados puesto que las cargas fiscales sobre los que pueden invertir hace que se contraiga este proceso con lo cual el peso recae sobre salarios e ingresos de los marginales.
Este es el Manifiesto Comunista muy sumariamente expuesto. Debemos preguntarnos como es posible con la bajada de estas líneas marxistas que en no pocos lugares se pretenda ser parte de la sociedad libre a contramano de sus valores y principios.