Al comienzo de la II Guerra Mundial, Churchill es nombrado Primer Lord del Almirantazgo y desde ese puesto, con toda su energía y determinación se lanza al combate. Secuestra cuanto barco de bandera alemana está a su alcance.
En noviembre del 1939 termina con el Graf Spee en la desembocadura del Río de la Plata; trata de frustrar la invasión alemana de Noruega pero recién obtiene todo el poder como primer ministro (PM) cuando Hitler se lanza al ataque de Francia el 10 de mayo de 1941.
La situación se deteriora rápidamente. A pesar de la paridad militar en los papeles y en tener Francia su frontera protegida por la inexpugnable “ligne Maginot”, salvo en la frontera con Bélgica. Pero es por allí que arremetieron los “panzers”(*) violando la neutralidad belga y en menos de dos semanas derrotan el poderío militar de los aliados como unidad de combate. Gran parte de la fuerza expedicionaria británica (BEF) queda atrapada y abandonados sus equipos, se repliegan sobre Dunquerque de donde son recatados(**)
Durante ese breve período, a gran riesgo, Churchill viaja a Francia varias veces tratando de imprimir algún entusiasmo e iniciativa a su aliado, sin éxito. El gobierno, el estado mayor, y la mayoría de los franceses se encuentran ofuscados y sin ánimo para enfrentar la lucha. Finalmente piden a Churchill que los libere de su obligación que les impedía buscar la paz separadamente. París cae el 14 de junio y Francia se rinde el 22 de junio del 40.
Al quedar sola Gran Bretaña, Hitler busca abiertamente un acercamiento. Fue quizás por razones conscientes o no, que evita dar la orden de aniquilar al ejército inglés, cuando lo tenía acorralado sobre la playa belga. Admira al imperio al cual promete no molestar. Entonces las ordenes a la Luftwaffe eran no bombardear blancos civiles en Gran Bretaña (GB).
La respuesta de Churchill es épica, sin vacilaciones. El rechazo, categórico. Ofrece a su pueblo la dura tarea de lograr un triunfo lejano con sangre, sudor y lágrimas y advierte que lucharán, en el mar, en las playas, en los poblados y en el campo y si fueran ocupados, lo seguirían haciendo desde los confines del imperio. En varios de sus discursos hace referencia a Herr Hitler en términos que este encuentra ofensivos. Sus arengas inspiran y manda ese mensaje sobre todo a los Estados Unidos de cuya victoria dependen en gran medida. Consecuente con esta determinación, toma varias decisiones trascendentes. Entre ellas 1) mantener la supremacía naval y 2) obtener el control aéreo sobre su país y el Canal de la Mancha.
El Reino Unido tiene una flota poderosa pero algo añeja. Alemania, en contravención a los tratados suscritos, había construido una marina (anfibia y submarina) de primer nivel. Italia había hecho lo mismo y en el Mediterráneo era para tener en cuenta. La poderosa flota francesa se había atracado en puertos de sus colonias africanas. Churchill temía que los flamantes barcos franceses fueran a caer en manos de los nazis, que combinados superarían con creces a la flota británica. La nación ya estaba sufriendo el embate de los submarinos alemanes con importante y creciente pérdida de suministros de todo tipo.
El gobierno de Vichy aseguraba su neutralidad y que sus barcos de guerra nunca caerían bajo el poder alemán. A pesar de esa promesa, el 3 de julio 1940 la flota inglesa al mando del almirante Somerville se acercó sorpresivamente a la base naval de Mers El Kibir haciéndoles llegar tanto una cordial y elogiosa invitación y simultáneamente, un ultimátum: “Pasarse al bando de la Francia Libre, aliada de GB, para luchar contra Alemania e Italia o ser hundidos”. Les otorgaron 6 horas para decidir. Hubo negociaciones. El almirante francés, furioso rechazó la oferta. Los aviones británicos lanzados desde su portaaviones Ark Royal, observaron que los barcos franceses estaban empezando a hacer maniobras con el obvio propósito de salir a alta mar. Media hora después de vencer el plazo se abrió el fuego. Los franceses contestaron. Un terrible episo- dio que todos quieren olvidar(***).
Alemania entró en la guerra con superioridad aérea. Era esencial para GB producir más aviones. Con la estructura burocrática existente no se podía incrementar la entrega de nuevos aparatos a la RAF. Era imprescindible reponer los aviones perdidos sobre Francia y Bélgica y aumentar su fabricación. Para ello Churchill creó un nuevo ministerio, el de Producción Aérea y puso al frente a un íntimo y eficaz amigo, Lord Beaverbrook, un poderoso empresario conocido por su ímpetu, energía y pocos escrúpulos para lograr objetivos. En poco tiempo Beaverbrook logró duplicar la producción de Spitfires y Hurricanes y con esas cifras y conducción fue posible enfrentar el embate de la Luftwaffe.
Sin el control del aire y del mar, Hitler tuvo que posponer la invasión de GB (“Sea Lion”). Una señal importante que recibieron los EE.UU. Gran Bretaña no iba a ser sometida.
La Batalla del Atlántico de la marina real inglesa contra los submarinos alemanes fue cobrando fuerza. De no neutralizar esa amenaza, el Reino Unido colapsaría por falta de elementos esenciales para alcanzar la victoria.
(*) Plan ideado por el General von Manstein
(**) Ocurrió entre el 26 de mayo y el 4 de junio. En la operación fueron hundidos unos 200 navíos (9 destructores, 6 ingleses y 3 franceses). Otros 200 quedaron averiados. Fueron rescatados principalmente por la Royal Navy unos 215.787 británicos y 123.095 entre franceses y belgas. Intervinieron también embarcaciones civiles. La Luftwaffe perdió 132 aparatos; la RAF 177. La BEF perdió toda su artillería, equipo pesado y un centenar de tanques. Cayeron como prisioneros de guerra unos 35.000 militares británicos.
(***) Perdieron la vida 1.297 marinos franceses y otro tanto de heridos. Se hundió y se destruyó gran parte de la flota francesa logrando zafar solo 5 destructores y un portahidroaviones. GB perdió 4 aviones y 2 torpederas. Francia (Vichy) no declaró la guerra al Reino Unido.