Estados Unidos ayer y hoy

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Matías chlapowski
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Desde su independencia, el rumbo de su geopolítica ha oscilado con matices, entre el aislacionismo y el expansionismo según su clima político interno más que las circunstancias externas.

Pero con el correr del tiempo ha ido marcando una huella cada vez más amplia a consecuencia de su fortaleza económica, estabilidad institucional y su sentido de destino manifiesto como nación.

Los padres fundadores desconfiaban del mundo exterior. Proclamaron no involucrarse en líos fuera de su frontera. La expansión territorial del país fue sumamente dinámica y al principio no dio para distraerse mucho en otros menesteres hasta más adelante, en la que podría llamarse su época imperial. Aunque ya en 1823 anunciaran la doctrina Monroe, “América para los americanos”, advirtiendo a las potencias europeas que no tolerarían (nuevas) intromisiones territoriales en el continente.

A las 13 colonias unidas, luego estados, que fundaron el país, se le comenzaron a añadir otros y hoy son 50 más Puerto Rico. Un estado asociado y algunos territorios como Nueva Samoa en el Atlántico Sur.

La conquista del Oeste fue facilitada por audaces compras, tratados y por las armas, hasta ocupar finalmente su actual territorio. Poblado entonces escasamente por indígenas, diezmados por enfermedades traídas por los europeos en el siglo XVII y XVIII, como la viruela. La expansión fue imparable. Los conflictos religiosos, las guerras, las hambrunas y la falta de movilidad social en Europa, en gran medida explican el fenómeno migratorio que impulsó el proceso. La oportunidad de progreso, el sistema democrático, el derecho a la propiedad, a una moneda y a seguridad jurídica, ofrecían un marco auspicioso para los audaces que emigraban hacia América. Otros llegaron importados como mano de obra esclava a medida que los colonos se enriquecían. Hecho solo corregido tras una cruenta guerra civil, cuatro generaciones después de su independencia

Acabado este conflicto comienza una etapa en la cual los EE.UU. empiezan a mirar más allá de sus fronteras geográficas y suceden cosas insólitas. Como ser , la aparición de un acorazado de la marina norteamericana en la bahía de Tokio al mando del Comodoro Perry, que forzó al imperio nipón a abrirse al comercio. En otro momento se anexó Hawai, después Puerto Rico y se invadieron las Filipinas a consecuencia de la guerra con España.

Recién durante la presidencia de Teodoro Roosevelt es que los EE.UU. mostraron al mundo su afán de ser reconocidos como gran potencia, y para ello construyeron una poderosa armada (16 acorazados blancos) que surcó mares “to show the flag” y visitó grandes puertos.

Sobrevino la Primera Guerra Mundial y a los postres, los EE.UU. se aliaron con GB y Francia, derrotando los alemanes. Para tratar de evitar catástrofes similares el presidente Wilson (D) impulsó la Liga de las Naciones, si bien no logró el apoyo interno, prácticamente muriendo en el intento. El fin de la gran contienda dio un gran empuje al desarrollo industrial al que los norteamericanos se abocaron con pasión y éxito, en una fase de introspección política y desarrollo interno, aunque sus empresas privadas se lanzaron al mundo a conquistar mercados. Luego vino la gran depresión, seguida por una segunda contienda mundial.

Nuevamente tardaron en entrar en el conflicto pero al hacerlo vencieron categóricamente a las potencias del eje, con la clave participación rusa (entonces comunista, pero siempre expansionista). Con este aliado circunstancial luego terminaron enfrentados por razones que conocemos. EE. UU. desplegó el plan Marshall para reconstruir Europa. A fin de evitar la repetición de otra tragedia, esta vez nuclear, propiciaron la creación de la ONU, el Banco Mundial, la OTAN, etc., y se convirtieron en el faro político del mundo libre. Trataron de contener la expansión y subversión comunista con resultados mixtos. Su política exterior estuvo en algunas ocasiones acompañada por su brazo armado, dadas las intenciones de los adversarios.

Finalmente, la superior plataforma económica, el capitalismo y las ideas liberales se impusieron a las de la URSS (comunismo ruso) que colapsó a fines de los años 80. Brevemente, el mundo fue unipolar. Pero eso duró poco. Surgieron nuevas situaciones, con su propia dinámica.

Un gran cambio ocurrió en China tras la muerte de Mao. Deng cambio el curso de la historia permitiendo en forma pausada, el regreso al capitalismo y a la economía de mercado a pesar de mantener el control político a través del P.C cada vez más meritocrático y eficaz.

La Unión Europea (UE) se consolidó como gran potencia económica aunque fue herida por el Brexit y se encuentra hoy condicionada por su dependencia energética. Veremos cómo sigue esa prometedora experiencia.

Bajo el liderazgo de Putin ha surgido de nuevo Rusia como jugador ambicioso y temerario, por su historial expansionista y su enorme arsenal nuclear. Ningunear su importancia argumentando que su PBI es menor al italiano, es arriesgado. Lo de Ucrania lo demuestra.

Por último, reaparecieron a nivel mundial tres fenómenos recurrentes; I) la guerra y los conflictos religiosos, la lucha contra el terrorismo donde es difícil medir su éxito que es, evitar grandes catástrofes. Cuando con gran esfuerzo sus líderes son eliminados, surgen rápidamente otros con las mismas intenciones. II) Las oleadas migratorias de los pobres y desesperados, en busca de un porvenir y los que huyen de los estragos de una invasiones que, a sangre y fuego quiere someter a su víctima.

Volviendo al sueño de los padres fundadores de vivir en una democracia próspera, aislándose de los conflictos foráneos, en el mundo de hoy es impracticable. Por lo tanto, EE.UU. deberá estar muy alerta, evitar errores (ej. Bush (R) en Irak), darle a la diplomacia y a la orientación social/económica gran apoyo, igualmente a los servicios de inteligencia (CIA) empuñando las armas solo cuando sea imprescindible. Elegir buenos gobernantes es clave. No perder de vista la pelota. O sea, reservar la paz mundial, contener la os elementos perturbadores y preguntarse cuál es el interés vital. La guerra debe ser la última opción. Lamentablemente, no puede ser descartada.

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