Mercosur-Europa no ocurrirá

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He escrito muchas veces a lo largo de varios años aquí, que el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) no tendrá traducción concreta. A los efectos, suponiendo que me equivocara, el sentido de lo que digo de todas maneras es el mismo: no tiene ningún objetivo fijar energías y atención, cargar expectativas y voluntad, en algo que ocurriría, en todo caso, dentro de unos cuantos años.

Cuando un proceso se anuncia durante lustros, es querido sinceramente por distintos actores, y no se concreta a pesar de presiones y declaraciones de dirigentes económicos y políticos relevantes, hay que ocuparse de entender las poderosas razones por las cuales fracasa. Salgamos del caso Mercosur- UE de forma de ver un ejemplo parecido pero alejado como es el de Turquía con Europa. Si bien desde hace 30 años que existe un tratado de libre comercio entre los dos actores, desde 2005 que está planteada la candidatura de Ankara para adherir a la UE. Entretanto, otros países se sumaron a la UE: Bulgaria, Rumanía y Croacia. Y ocurrió esto y no la adhesión de Turquía, porque la política internacional no es solamente apertura de mercados y libre comercio: también pesan otras consideraciones sustanciales civilizacionales, militares, estratégicas y de seguridad, por ejemplo.

Para el caso UE-Mercosur cualquiera que conozca la formación, historia y decisiones estratégicas de los principales países de la UE y su relación interna de potencias, sabe bien que es imposible que ocurra un acuerdo de libre comercio con Mercosur. El presidente francés recordó el concepto hace algunas semanas: aprovechando la situación generada en Europa del este, subrayó que la producción de alimentos no es solamente un tema comercial, sino que comporta una dimensión estratégica y de seguridad nacional.

Así como Turquía no es Europa, y allí hay una definición civilizatoria-política esencial que impide a Ankara adherir a la UE, así también los países con historia saben que no deben tercerizar su producción de alimentos en lugares lejanos y sobre los que no ejercen soberanía. El problema no es Uruguay, cuyo peso es marginal, sino que tanto Brasil como Argentina son enormes potencias agropecuarias industriales, y que Europa no puede poner en riesgo ese sector económico suyo por abrirse a esa competencia del Mercosur.

No es solamente por temas de conveniencia o de grupos de presión. Tampoco hay que creer en los propósitos de moda: cuestiones de árboles talados, para satisfacer a los fundamentalistas ecologistas; o excusas de salud animal, para disimular barreras comerciales. El verdadero asunto es estratégico y de largo plazo. Y por eso mismo pasamos 30 años sin que se concretara nada.

La dirigencia más relevante de todos los partidos ha pasado por el poder en estas tres décadas. Entiendo que ninguna haya querido patear el tablero, ya que no se ganaba nada con ello. Tampoco aspiro a que tengan un entendimiento del mundo de la experiencia de Guani, Herrera o Frugoni. Pero al menos me gustaría que no se creyeran el cuento de que la UE terminará acordando con el Mercosur; que no hicieran de ese acuerdo un objetivo; que no parecieran élites periféricas y mal formadas repitiendo tonterías que solo convencen a quienes no entienden de política internacional.

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