Milei a la uruguaya

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El Presidente argentino Javier Milei firmó un decreto de necesidad y urgencia, que liberaliza más de 300 normas buscando mayores niveles de competencia. Más allá de la discusión sobre la validez del instrumento, creo que fácilmente nos podríamos poner de acuerdo en que el exceso de regulación y las restricciones a la competencia son un enorme problema en Argentina. De este lado del río, claro que estamos mejor en muchos aspectos, sin embargo, la agenda de la promoción de la competencia no nos debería ser ajena.

Es cierto que aquí no hay ley de alquileres o de góndolas, pero tenemos unas cuantas normas que restringen la competencia, y que como ya hemos comentado en este espacio, hacen que tengamos un país significativamente más caro de lo que deberíamos.

En el mercado de los alimentos hay algunos ejemplos bien claros. Tenemos, por ejemplo, enormes restricciones a la importación de pollo. Esto hace que por estos días estemos pagando una pechuga al precio de colita de cuadril, lo que sería insólito en cualquier otro lugar del mundo. Otro ejemplo muy nítido es el absurdo sistema de permisos para importar frutas y verduras, que funciona como barrera y que brinda a quien obtiene ese permiso una renta extraordinaria. Los permisos de importación llegaron a venderse por decenas de miles de dólares.

En el mercado de combustibles hay restricciones por todos lados. Bien conocido es el monopolios legal de importación y refinación en manos de ANCAP. Pero la distribución y comercialización, en manos privadas, no son más competitivas. Las restricciones y límites a poner nuevas estaciones de nafta no siguen ninguna lógica económica en favor del consumidor, sino que actúan como una protección e inhibición de la competencia.

¿Del transporte metropolitano de autos qué decir? Muchos hemos sufrido estos días la dificultad que implica conseguir un taxi o un Uber. También aquí hay restricciones a la entrada de nuevos jugadores. Lobbys persistentes en contra de que se otorguen más matrículas de taxi y habilitación de otros servicios, para de esta forma obtener una renta mayor para quienes ya están en el negocio.

Lo que hay que hacer no es conceptualmente distinto de lo que ya hicimos en este país. La desmonopolización del mercado de seguros permitió que bajaran mucho los precios. La aprobación del marco regulatorio eléctrico permitió que actores privados invirtieran en generación de energía eléctrica con reglas claras que le permitió al Uruguay transformar su matriz energética algunos años después. Más acá en el tiempo, la portabilidad numérica generó una regulación mucho más competitiva en la telefonía celular, lo cual provocó una baja en el valor de los datos móviles. Precisamos mucho más de eso.

No se trata de copiarle a Milei, sino de seguir un camino propio reforzando las cosas buenas que hemos hecho. A mí juicio la mirada de Milei sobre estos temas tiene un error de concepto repetido en círculos libertarios. No se trata de desregular todo, sino de reregular, de forma que se promueva y no que se restrinja la competencia. Claro que tiene que haber reglas, como en cualquier deporte tenemos que decir cuánto mide la cancha y qué cosas valen. Pero las reglas tienen que promover que otros puedan venir a jugar y no establecer restricciones ridículas al ingreso de nuevos jugadores.

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