Milei, de la ira la calma mística

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 El argentino ultraconservador al que la prensa mundial llama ultraderechista ¿está emitiendo señales sobre un posible giro al centrismo, la moderación y la apertura a visiones diferentes?

Javier Milei se hizo conocer en TV aborreciendo al keynesianismo y describiendo a John Meynard Keynes como el gran mal del siglo 20.

En esa etapa, exhibía una personalidad tempestuosa que irradiaba intolerancia, misoginia y un fundamentalismo con teorías económicas radicales que proponía convertir en programa de gobierno, como hacen los fanáticos religiosos con los fundamentos expuestos en los libros sagrados.

Milei siempre mencionaba a Ludwig von Mises, Frederich Hayek y Murray Rothbard. Nunca al Stuart Mill que finalmente giró hacia un liberalismo social. Tampoco el pensamiento de Karl Popper ni el de Isaíah Berlin. Menos aún el liberalismo que entendía la justicia como equidad, que promovió John Rawls desde la Filosofía del Derecho.

A quién le señalara el reduccionismo a la escuela austriaca de una visión que, como el liberalismo, antes de ser económica fue filosófica y humanista, Milei lapidaba de insultos y calificaba de ignorante.

Esa intolerancia a la crítica y a las visiones diferentes va a contramano de la enseñanza del Rebe de Lubavitch. Pero su hasta ahora desconocido deslumbramiento con ese sabio jasídico, es una buena señal, en caso de que no fuese una actuación para cambiar de imagen.

En las antípodas del “juguete rabioso” que atacaba a gritos a las mujeres que lo contrariaran en un set de televisión, Menajem Mendel Schneerson daba prioridad a la mujer y la instaba a liderar el pensamiento y la enseñanza.

En el polo opuesto al economista que, mirando a la cámara con los ojos desorbitados, llamaba “zurdo de mierda” a un adversario, el Rebe de Lubavitch era un difusor de la comprensión y la aceptación del otro.

Schneerson fue un difusor de la bondad, la empatía, la amabilidad, la compasión y la conciencia. La comunidad jasídica que lideró y engrandeció, Jabad Lubavitch, señala con su nombre un lugar de origen y los principios rectores. Jabad es la suma ordenada de las palabras hebreas Jomá (inspiración), Biná (entendimiento) y Daat (conciencia).

En Lubavitch, aldea rusa del oblast de Smolensk, se estableció durante un siglo el centro de difusión del Jabad, movimiento que languidecía hasta que llegó a conducirlo Schneerson.

El rabino de la tumba a la que peregrina Milei difundió los valores humanistas del Jabad, creó centros educativos y promovió la enseñanza y la lectura en los niños. Por eso su nombre es también sinónimo de lucha por la educación: James Carter estableció la fecha de su nacimiento como Día Nacional de la Educación en Estados Unidos.

Aquel presidente demócrata admiraba al Rebe (maestro), igual que John F. Kennedy, el gran impulsor de los Derechos Civiles por los que luchaba Luther King.

Por cierto, también hubo republicanos entre sus admiradores. Por ejemplo Ronald Reagan. Pero que entre los primeros estadistas que se asomaron con admiración a la obra del Rebe en su comienzos, estuviera Franklin Roosevelt, es significativo por tratarse del presidente de la New Deal (Nuevo Trato), política que rescató el capitalismo de la crisis del ’30 recurriendo al pensamiento de Keynes.

El venerado rabino a cuya tumba peregrinan estadistas desde su muerte en 1994, contradijo al judaísmo como experiencia pasiva para proponerlo como activismo humanista y, en los sicodélicos años ’60, miró con simpatía al hippismo y demás rebeldías juveniles. “Esos jóvenes demuestran que la conformidad no es la cúspide de la vida”, escribió.

El gran impulsor del Jabad de Lubavitch enseñaba que todas las personas, desde los sabios a los ignorantes, pueden ser difusores de la bondad y la compasión. Y que difundir la bondad y la compasión es la verdadera grandeza, la auténtica trascendencia. Por eso es una señal interesante que ahora Milei peregrine a su tumba en busca de inspiración.

El economista que atacaba a Keynes y daba puñetazos a la foto de Alfonsín, ahora tiene algo en común con los keynesianos Roosevelt, Kennedy y Carter. Eso parece una señal de apertura y moderación, salvo que las peregrinaciones a la tumba del Rebe en Queens sean una pose, el síntoma de un delirio mesiánico o la búsqueda desesperada de milagros que lo ayuden a derrotar los males argentinos como las milicias de Judas Macabeo, por contar con la ayuda de “las fuerzas del cielo”, derrotaron en el siglo II AC a los invasores griegos que querían helenizar a los judíos.

Si no es una pose snob ni un delirio mesiánico, Milei estaría demostrando que, como afirmaba el Rebe, “cada momento es un nuevo comienzo”.

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