Montevideo versus “interior”

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Si nos guiamos por los datos de lectoría en el sitio web de El País, la gente ya pasó página del ciclo electoral. Lo que más interesaba a la gente al momento de escribir estas líneas, era un llamado laboral en el IRCCA, con salario de 113 mil pesos por 30 horas semanales. ¡Como para no! Ingreso al estado, sueldo por encima del mundo privado y (capaz) porro a precio vil. Mientras tanto, la política discute sobre el componente de herrerismo en sangre de Lacalle Pou...

En medio de esta apatía informativa, potenciada por el embotamiento de 25 despedidas de año bien regadas, una noticia pasó casi desapercibida. La Intendencia de Montevideo impondrá una tasa de un dólar diario por persona, a cada turista que visite la capital del país. Según los datos oficiales, Montevideo recibió el año pasado más de 3 millones y medio de visitantes, y aunque no todos pagarán esa tasa, es de imaginar que se trata de un ingreso interesante.

Si bien la información explica que ese dinero se destinaría a un fondo para potenciar el turismo en la capital, coincide con otra noticia de que las finanzas de la comuna están en rojo punzó y que, si no recibe alguna ayuda en los próximos meses, tendrá problemas hasta para pagar sueldos.

Esto sí es llamativo. Cuando este autor comenzó en el periodismo, allá por fines de los 90, cubría justamente la información municipal. Y recuerda un titular impactante cuando la IMM comenzó a recaudar un millón de dólares por día. ¿Sabe cuánto recauda hoy? Más del doble. Pese a lo cual, los problemas en limpieza, transporte público, estado de las calles y situación del tránsito, todo lo que uno creería que debe ser prioridad de una Intendencia, están igual o peor que hace 25 años.

Un detalle interesante: entre los ingresos de la IMM, los vinculados a vehículos significan US$ 120 mil por día. Pero la gran obra de la actual gestión fue una ciclovía en medio de 18 de Julio, mascarón de proa de una política de odio al coche privado, sin el cual la situación fiscal de la comuna sería todavía más trágica. Curioso.

Casi tanto como que pese a la política de literal expolio a la que somete la intendencia de Montevideo a cualquiera que se anime a circular por sus calles o vivir en su departamento, y al Estado decadente que exhibe la ciudad en general, los montevideanos votaron en una mayoría aplastante en noviembre al partido que la gobierna hace tres décadas.

Esto contrasta con lo que ocurre en ese mundo enigmático, peligroso, cargado de realismo mágico para el 99% de los periodistas, que se suele llamar “interior”. Sí, ese paisaje lleno de vacas, tractores, y votantes de Valentina dos Santos, al que cada tanto se puede hacer una expedición civilizatoria, para contar a la gente “normal” las cosas insólitas que allí pasan.

Déjeme hacer una consideración especial. La gente que muestra una mirada más despectiva del “interior” es muchas veces los jóvenes allí criados que vienen a estudiar a Montevideo. Y que, por sentirse parte del nuevo ambiente, o pretender tener “onda”, son quienes más rápido incorporan los vicios de la macrocefalia capitalina.

Pero acá hay algo interesante. Porque uno de los puntos que más se han destacado al evaluar el reciente resultado electoral, es que el Frente Amplio habría votado muy bien (para sus estándares) en algunos departamentos del interior. En particular, en el litoral, o en departamentos como San José. El otro dato interesante es que no se trata de la primera vez que ocurre esto, pero después en las municipales vuelve a ganar la mayoría de las intendencias el Partido Nacional.

A lo que vamos es a que en ese interior atrasado y conservador parece haber una mirada mucho más crítica de la política. Esta no tiene problemas en separar lo que es la votación local, de acuerdo a lo que vive en su día a día barrial, de las políticas a las que aspira a nivel nacional.

Todo lo contrario a lo que ocurre en Montevideo, donde aunque el FA ponga una heladera, o a una figura como Cosse o Daniel Martínez (que juran que no van a usar eso como plataforma para la Presidencia y lo hacen) o, aunque hace 20 años que pasan las fiestas tapados de basura, te fajan a multas y te dan un transporte peor que al ganado, lo sigue votando con las dos manos y felices.

Hace acordar a cuando Constanza Moreira dijo algo como que los votantes del interior tenían menos nivel educativo que los de la capital. Luego lo intentó matizar y hasta La Diaria hizo un “factchequeo” para apoyar su desmentido. Pero la expresión es bastante clara y consistente con otras previas de la senadora. La pregunta es ¿quien tiene un nivel de compromiso civil mayor? ¿Quién es capaz de usar el voto como herramienta de premio y castigo para recibir mejor servicio de sus políticos? ¿O quién vota heladeras?

Nada que ver, ¿no? Pero... ¿Qué le aporta a la sociedad uruguaya el IRCCA para que el actual gobierno neoliberal no lo cerrara de una buena vez?

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