Los titulares de todo el mundo nos cuentan que cientos de personas han muerto tras las recientes olas de calor en Canadá y el noroeste de los Estados Unidos. Las noticias culpan invariablemente al cambio climático y nos instan a afrontarlo con urgencia.
Sin embargo, en su mayoría revelan cómo los reportes alarmistas y unilaterales sobre el clima nos dejan mal informados.
Las muertes por calor son seductoramente dignas de un clic cuando los cuerpos se acumulan durante un único ciclo de noticias, preparado para culpar al calentamiento global.
Los estudios muestran que el calor mata a unas 2.500 personas cada año en Estados Unidos y Canadá, lo que hace que sea un problema aún mayor de lo que sugieren las noticias actuales.
Sin embargo, el aumento de las temperaturas también reduce las olas de frío y las muertes por frío. Esas muertes rara vez se reportan, porque no encajan en la narrativa climática actual. Por supuesto, si fueran solo una curiosidad, la indiferencia podría estar justificada, pero no lo son.
Cada año, más de 100.000 personas mueren de frío en Estados Unidos y 13.000 en Canadá, es decir, más de 40 muertes por frío por cada muerte por calor.
De hecho, las muertes por frío superan ampliamente a las muertes por calor en todo el mundo. Esto no solo es cierto en países fríos como Canadá, sino también en países más cálidos como Estados Unidos, España y Brasil. Incluso en la India, las muertes por frío superan a las muertes por calor en una proporción de 7 a 1.
En todo el mundo, el calor provoca cada año unas 300.000 muertes, mientras que el frío provoca casi 1,7 millones de muertes.
Un estudio reciente ampliamente difundido, ha descubierto que el aumento de las temperaturas es actualmente responsable de unas 100.000 de esas muertes por calor.
Pero los investigadores ignoraron las muertes por frío.
Un estudio histórico publicado en Lancet muestra que el cambio climático en las últimas décadas ha evitado en todas las regiones más muertes por frío que las que ha causado por calor.
En promedio, ha evitado más del doble de muertes, lo que supone quizás 200.000 muertes menos por frío cada año. Además, cuando los informes enfatizan la necesidad de reducir el CO, impulsan algunas de las formas menos eficaces de ayudar a las futuras víctimas del calor y el frío.
La política climática, en el mejor de los casos, frenará ligeramente el aumento de las muertes por calor. Pero ya conocemos formas mucho más eficaces y sencillas de ayudar.
En general, las muertes por calor están disminuyendo en los países con buenos datos, porque las muertes por calor pueden abordarse eficazmente con una mayor disponibilidad de aire acondicionado, alertas por calor, piscinas públicas abiertas y centros comerciales con aire acondicionado, al tiempo que se anima a la gente a utilizar ventiladores y beber mucha agua.
En el caso de EE.UU., es evidente que los días calurosos han aumentado desde 1960, afectando a una población mucho mayor. Sin embargo, el número de muertes por calor se ha reducido a la mitad. El resto del mundo necesita acceder a las mismas tecnologías sencillas para reducir drásticamente las muertes por calor.
La lucha contra las muertes por frío resulta mucho más difícil y complicada porque requiere hogares bien calefaccionados durante semanas y meses.
Además, las políticas climáticas estrictas aumentarán los costos de calefacción y harán que las muertes por frío sean aún más frecuentes.
Los investigadores han analizado el experimento natural en Estados Unidos que tuvo lugar desde 2010, cuando la fracturación hidráulica (fracking) supuso una drástica reducción de los costos del gas natural.
Esto hizo que los hogares calentados por gas fueran más cálidos y seguros, porque especialmente los hogares más pobres podían permitirse una mejor calefacción. El estudio calcula que estos precios más bajos de la energía evitan que unos once mil estadounidenses mueran en invierno cada año. Esto por sí solo salva cuatro veces las vidas perdidas entre todas las muertes por calor en Norteamérica.
Para que la política climática funcione, tiene que hacer subir los precios de la energía para reducir el consumo. Una política climática que haga subir los precios del gas significará que menos personas podrán permitirse calentar adecuadamente sus hogares y la consecuente tasa de mortalidad volverá a aumentar.
El cambio climático sigue siendo un problema real que afecta a muchos otros ámbitos además del calor y el frío. Tenemos que afrontarlo con eficacia mediante la innovación para que la energía verde sea lo suficientemente barata como para que todo el mundo quiera adoptarla.
Pero cuando se trata de abordar las muertes por calor y frío, las noticias actuales enfocadas en el clima nos dejan mal informados.
Nos hacen concentrarnos en la forma más costosa y menos efectiva de ayudar a las futuras víctimas del calor y el frío. Incluso, nos llevan a correr el riesgo de agravar las muertes por frío al aumentar los costos de la calefacción.
Además, simplemente nos cuentan una historia engañosa de las muertes por calor, ignorando las muertes por frío que se evitan, que son mucho mayores. Por ahora, el calentamiento global nos ahorra más muertes de las que causa, posiblemente 100.000 vidas al año.