Las declaraciones de Gabriel Oddone y las repercusiones sobre si el plebiscito de la seguridad social es o no el fin del mundo, marcaron la agenda política de la última semana. El anuncio de su nombramiento como candidato a ministro de economía por el FA pasó a segundo plano ante el revuelo que armó esa frase. Si nos ponemos literales, no dijo nada de otro mundo. Pero tomó relevancia porque, en este contexto, esa declaración le permitió a todo el escenario político terminar de construir una narrativa que ya se venía gestando en torno al plebiscito, a favor y en contra. Oddone construyó la frase que se precisaba para que la narrativa se viralizara.
El Premio Nobel de Economía Robert J. Shiller definió a las narrativas económicas como “una historia contagiosa que tiene el potencial de cambiar la forma en que las personas toman decisiones económicas, como contratar a un trabajador o esperar tiempos mejores, arriesgarse o ser cauteloso en los negocios”. No importa si la narrativa es verdadera o falsa. Las historias que se vuelven virales -no los datos- son lo que impulsa el comportamiento económico. Hoy en día este fenómeno está potenciado por las redes sociales, pero ya existían de mucho antes.
En 1974, el economista Arthur Laffer dibujó una gráfica en una servilleta de tela del restaurant Two Continents de Washington, tratando de justificarle a Dick Cheney y a Donald Rumsfeld del gobierno federal y al analista de The Wall Street Journal Jude Wanniski, cómo una bajada de impuestos podía seguir generando un aumento en la recaudación de impuestos. La historia desencadenó “el movimiento más serio de cambio político orientado a bajar impuestos y liberalizar la economía”, según Shiller, que permitió la llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher pocos años después.
Si su teoría era correcta o no, fue secundario. La narrativa fue lo suficientemente buena para volverse viral y conquistar el pensamiento general, al punto que la servilleta con la curva de Laffer terminó en una vitrina en el Museo de Historia Americana.
Otra es la del multimillonario John D. Rockefeller que, cuenta la historia, decidió vender todas sus acciones cuando su limpiabotas le contó sobre las inversiones que tenía en la bolsa. Rockefeller concluyó que cuando hasta tu limpiabotas invierte en bolsa, es momento de retirarse.
Porque si la bolsa comenzase a bajar, muchos de estos inversores inexpertos seguramente correrán a retirar su dinero ante el miedo de perder su inversión, generando así caídas en el mercado aún mayores. Si el razonamiento era correcto o no fue irrelevante, pero se volvió viral. Era 1929, el año del gran crac bursátil e inicio de la Gran Depresión.
Muchas de las narrativas que generaron las burbujas y las crisis financieras, (como la creación de los bitcoins), tienen las mismas características y llegan a tener un poder más amplio y profundo de lo que la economía tradicional considera, pudiendo doblegar los cálculos financieros de los analistas económicos.
Por eso, si queremos saber por qué ocurrió un suceso económico determinado inusualmente grande, debemos conocer las narrativas dominantes en torno a dicho acontecimiento. Y tener claro el impacto que puede causar crear nuevas.