Navidad

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Esta noche es Nochebuena y mañana, Navidad. Fiesta religiosa que ha dejado de serlo: ha pasado a ser un día febril de compras, de alegría programada, de saludos convencionales, de comidas y bebidas especiales.

Uruguay se ha convertido en un país laico; además, ignorante: tanto de lo religioso en general como de lo cristiano en particular. El cristianismo es uno de los sustentos de la civilización occidental, en cuyos arrabales lejanos tenemos domicilio los uruguayos. Pero esa civilización, con el correr de los siglos, ha vivido un proceso de desacralización.

La religión, o la fe religiosa, es considerada una construcción humana para llenar el vacío de todo lo que el hombre primitivo no comprendía. A la pregunta definitiva sobre el origen de todo el hombre moderno aportó la teoría del Big Bang.

Dicha teoría, sin embargo, deja en pie todo el interrogante: ¿antes qué había? ¿Cómo se originó? Además, parece más infantil que el relato bíblico; así que fue ¡pum! y arrancó todo. El relato del Génesis, por su parte, es más rico, abarca una serie de temas de fondo para el ser humano: diferencia entre varón y mujer con complementación mutua, atracción hacia lo prohibido, remordimiento y culpa, relación con la naturaleza, etcétera, etcétera.

Pero la Navidad no es una fiesta religiosa de cualquier religión: es una fiesta cristiana. El humano tiene algo como un instinto religioso. Se verifica en todas las culturas.

En las culturas más rudimentarias o primitivas es un camino de preguntas y se proyectan todas las respuestas por encima de lo humano, allá lejos, en un cielo infinito y eterno. En los pueblos primitivos se ubicará en el rayo o en la cima de la montaña; en Cicerón fue la causa de las causas: “Causa causarum miserere mei”. En una palabra se proyecta en lo superior, en lo distinto, lo inalcanzable y, en cierta medida, terrible.

Pero el cristianismo es una religión esencialmente diferente, rupturista, originalísima; el cristianismo dice: no miren hacia arriba, no busquen en el cielo, Dios anda por acá abajo, fue gestado durante nueve meses en el vientre de una mujer judía y nació, en una fecha como hoy, en un pesebre de animales, porque su madre, analfabeta y pobre, no pudo encontrar otra habitación mejor donde parir.

Eso, tan contrario a cualquier expectativa humana razonable de lo sagrado, es lo que los cristianos celebramos hoy, todavía atónitos, incrédulos, deslumbrados, absortos, sin terminar de entender…

Aquí vino.

Y se fue

Vino… llenó nuestra caja de caudales

Con millones de siglos y de siglos

Nos dejó unas herramientas…

Y se fue.

Él, que lo sabe todo,

Sabe que estando solos,

Sin dioses que nos miren,

Trabajamos mejor.

Detrás de ti no hay nadie. Nadie.

Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón.

Pero tuyo es el tiempo

El tiempo y esa gubia

Con que Dios comenzó la creación.

León Felipe.

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